Cádiz es una ciudad que tiene muchos misterios, muchos de ellos relacionados con la Historia, la Arqueología o el fenómeno OVNI tan vinculado a la bahía. Pero también encontramos historias de casas encantadas, apariciones y fantasmas o abundantes hechos extraños así como simbología.
Hoy quiero que me acompañen a un lugar mágico como lo es la llamada «Santa Cueva» que, en sus orígenes, fue un tempo pagano y pasó a ser uno católico con el paso del tiempo. Durante tiempos de la Inquisición, con el terror que producía, se eliminó esa reminiscencia pagana hasta ser santificado teniendo documentación sobre ello desde hace siglos.
Para muchos se trata de un «lugar de poder», de los abundantes que encontramos en todo el mundo pero su Historia va más allá. Hay que decir que en el siglo XVIII, allá por el año 1730 había en Cádiz una casa que era llamada «Corralón de Dapelo» próxima al huerto del Convento de Nuestra Señora de los Ángeles perteneciente a la orden Franciscana y hoy es el Campo del Sur. La linde estaba en los terrenos de Doña Micaela Herrera Davila que fuera viuda del gaditano don Pedro de Garaicoechea que vivían en la llamada «casa del Arco».
Cuenta la leyenda que había reuniones muy extrañas todos los jueves donde la alta aristocracia de la ciudad se solía reunir a practicar ritos extraños y desconocidos hasta entonces durante tres horas. Para unos -equivocadamente- se trata de espiritismo, pero este aún no había llegado a la ciudad. Otros apuntas a ritos se la Masonería pero nada se sabe de ellos salvo que podía ser algún tipo de sociedad secreta llamada «Cofradía» Disciplinante de la Madre Antigua.
Fray Tomas del Valle era el obispo por aquella época y quiso enterarse de lo que estaba sucediendo allí pero no pudo descubrir nada, por ello pidió al grupo de asistentes que lo celebraran en alguna iglesia y evitaran así malentendidos dados los rumores que circulaban por la ciudad.
Por ello hablaron con don Tomas Luis de Cantalejos, presbítero y sacristán mayor de la iglesia del Rosario, en el cercano convento y en el año 1756 se realizaron las obras en la iglesia para «acondicionar» el lugar. Es ese momento fue cuando se descubrió la cueva, un lugar oculto que despertó la curiosidad de todos.
Fueron los que deciden construir un acceso vía escalera de caracol para llegar a ella y reformarla dándose aspecto de sala de reuniones con un pequeño altar para evitar sospechas. En 1796 el padre Saenz de Santa María hace otras obras en las dos capillas, la superior y la de la cueva o sótano natural.
A la entrada un cuadro Francisco Javier Riedmayer, la «Virgen de Nuestra Señora del Refugio de Pecadores» junto con una intrigante leyenda que a mi, personalmente, me recuerda a Rennes Le Chateau, en la Santa Cueva se lee: «refugium pecatorum» (refugio de los pecadores), y una representación de los integrantes de la noble cofradía de la Madre Antigua como el padre Teodomio Ignacio Diaz de la Vega, el conde de Villamar, su hijo, don Miguel Boyens, lectoral de la catedral de Cadiz.
Arriba, en la capilla, destacan los cuadros de Goya, en la inferior se contó con Jose Benjumeda y la colaboración de Torcuato Cayon pero es muy austera. Se llega a ella tras bajar 16 escalones donde el que hace 8 es mas grande y usado como descanso. Jesús Caído bajo el peso de la cruz aguarda al fondo contemplando a todo aquel que llega.
«Qui cupit eternum coeli conscendere regnum huc veniat sitiens: ecce parata via est» o lo que es lo mismo: «todo el que desee alcanzar el reino eterno del cielo, venga sediento a este lugar, pues aquí esta preparado el camino» puede leerse siendo un extracto del «himno VIII, De loco in quo Martyres passi sunt, nunc baptisterium est Calagurri». Un salmo muy similar aparece en el grimorio masonico «Introductorium in astronomiam Albumasaris Albalachi : octo continens libros partiales» conservado en el Real Observatorio de San Fernando y escrito por Abū Ma’shar (Albumasar).
Dos pasadizos secretos
En la zona de la capilla encontramos un misterioso monumento iluminado por la luz solar merced a la gran linterna que tiene encima así como un buen número de símbolos por un monte del calvario y que, a saber, son un martillo, unas tenazas, una espuerta con clavos y varias cuerdas. Se sabe que son obra de Jose Gandulfo e Iroto y tienen una clara relación con la pasión de Cristo.
Existe una cámara cuadrangular que lleva a dos pasadizos, allí hay un reloj de péndulo que marca el tiempo que parece haberse detenido en la Santa Cueva. La profesora de Arqueología de la UCA Inmaculada Pérez López piensa que: «La Santa Cueva pudo ser el santuario de la diosa fenicia Astarté, pues los hallazgos subacuáticos en la Punta del Nao, frente al Castillo de Santa Catalina, se han venido relacionando por la mayoría de los investigadores con la ubicación del templo de la diosas fenicia, asimilada después a la Venus o la Juno romanas, en esa zona».
«Estos hallazgos en la Punta del Nao han hecho pensar que el templo se encontraba en esa plataforma rocosa, pero los textos clásicos indican que en él había una cueva con oráculo. Yo entiendo que en época fenicia toda la isla pequeña era un territorio sagrado y la única cueva con connotaciones religiosas en Cádiz es la que hoy llamamos la Santa Cueva. Los estudios más recientes indican que el lugar donde hoy se ubica el oratorio estaba a la entrada del puerto marítimo en la Edad Antigua».
Es un lugar para no perderse allá donde se aúna misterio, Historia, leyenda, simbología y no pocos detalles curiosos en la Santa Cueva.