Cádiz es una ciudad que ha visto pasar por sus calles a muy diversas culturas, desde la fenicia hasta la musulmana, desde los cartagineses al Imperio Romano o los visigodos, todos tuvieron su importancia y dejaron una imborrable huella en su Historia.
Dice un refrán que «todos los caminos conducen a Roma» y así, realmente, era pues las calzadas romanas jugaron un importante papel dentro del imperio, un ejemplo es la Vía Augusta en Cádiz, itinerarios que llevaban a diferentes ciudades, centro importante de comercio donde, además, se indicaban las distancias.
Uno de los itinerarios curiosos que encontramos, como vestigio arqueológico, es el que está grabado en cuatro vasos con forma de miliario, de plata. Sus dimensiones varían del pequeño con 9,5 centímetros al mayor con 15,3 centímetros, y un diámetro de entre 6,7 y 7,7 centímetros. Son los «Vasos Apolinares» o «Vasos de Vicarello», recibiendo su nombre del lugar donde aparecieron: las termas Apollinari en Vicarello, a una treintena de kilómetros de la ciudad eterna, de Roma, junto al antiguo lago Sabatinus, hoy Bracciano.
Pero lo curioso de esos vasos es que llevan desde Roma a Cádiz o viceversa, con él se podría cubrir esa ruta por un interesante sistema de calzadas hasta recorrer la distancia que separa a ambas ciudades.
Estos vasos fueron, posiblemente, de un devoto que los dejó como ofrenda, en dicho lugar, con un itinerario con diferentes paradas y recorriendo 1.841 millas romanas (cada milla romana sería 1,48 kilómetros).
Interesante itinerario
Los vasos repiten el itinerario con algunas diferencias que podrían indicar que se realizaron en fechas diferentes.
En el recorrido del vaso se citan localidades como Ad Portum o Hasta (en Jerez), Hispalim (Sevilla), Corduba (Córdoba), Valentia (Valencia), Sagyntu (Sagunto), Tarracone (Tarragona) o Iuncaria (Figueras) entre muchas otras.
Estos curiosos vasos fueron descubiertos en el año 1852 junto a los restos del templo de Apolo en la termas referidas, en la grieta de una roca junto con otros tesoros como objetos preciosos o 5.000 monedas de bronce griegas, etruscas y romanas, 34 vasijas -de ellas había 25 de plata y 3 de oro- y estatuas en lo que se considera un tesoro de gran valor, el mayor encontrado en el territorio romano y que se correspondería o ofrendas a Apolo. Los tres primeros aparecieron en 1852 y el último, el cuarto, el 1863.
Se ha podido conocer que se fabricaron en Cádiz, en la Gades romana, en el siglo I de nuestra Era, aunque también se apunta a otras fechas que varían desde el siglo III al IV. En ninguno de los vasos se encuentra inscrito el recorrido hasta Vicarello sino que da uno que pasa más al este como Narnia u Ocriculum.
¿De un devoto?
Aparte de la teoría del devoto también se señala a una ofrenda de mercaderes gaditanos en agradecimiento a Apolo o donaciones al senador Lucio Junio Cesenio Peto, familiar del emperador Domiciano, que, además, tenía villa en Vicarello.
También encontramos la posibilidad que fuera un gaditano, como refleja la leyenda, que quiso conocer a Tito Livio, gran historiador, y que lo narra Plinio «el joven»: «¿Nunca has leído que un gaditano, impresionado por la reputación y la gloria de Tito Livio, vino desde los confines de la tierra para verlo, lo vio y regresó?».
Igualmente hay que recodar que en la época, bajo el mandato de Domiciano, hubo un poeta gaditano en Roma llamado Julio Canio Rufo, que «mucho gusto por las dama» y al que «riñó» el propio Tito Livio.
Estos «Vasos Apolinares» están hoy en el Museo Nacional Romano teniendo la Real Academia de la Historia en Madrid unas copias de los mismos.
*Mi agradecimiento a Guillermo Carvajal por descubrirme este enigma tan singular.