Es uno de los casos más impactantes y tremendos que demuestran a la claras el peso de un fenómeno paranormal y de cómo puede llegar a afectar a una familia y a las personas que entren en su radio de acción .Es el ejemplo claro de una actividad paranormal, de una actividad que puede llegar incluso a plasmarse en el parte oficial de intervención de la policía local de Madrid, una trozo de Historia de los fenómenos paranormales.
Sucedió en Madrid, eran los comienzos de la década de los 90 y el simple conocimiento del mismo asombraba a los investigadores que escuchaban hablar de él o aquellos que ya habían estado en el inmueble donde se producían los fenómenos inexplicados.
Una fecha debe quedar marcada en la memoria: el 14 de Agosto de 1991. Ese día una joven, Estefanía Gutiérrez Lázaro, fallecía por muerte súbita, parada cardiorrespiratoria, según informe de la autopsia realizada por el equipo forense. En una chica sana fue tildada de “muerte extraña” y de ahí la investigación.
Claro que habría que buscar en todos los polos de esta historia para saber que había unos antecedentes inquietantes…
Estefanía vivía en la calle Luis Marín del popular barrio de Vallecas en Madrid, era una apasionada del misterio y lo desconocido, siempre estaba queriendo experimentar cosas nuevas, el “sabor” del misterio, el disparo de adrenalina de lo oculto.
Tras la muerte de un familiar Estefanía quiso contactar con su espíritu y para ello se dispuso a jugar una ouija en el centro educativo donde estudiaba teniendo como compañera de experiencia a una amiga interesada también en estos temas.
Estefanía y su amiga pusieron el tablero en el medio y un vaso de master y comenzaron la sesión. A mitad de ella fueron sorprendidas por una profesora sustituta que las reprendió, el vaso se rompió y de él manó un humo extraño de color negro, denso, que aspiro por las fosas nasales Estefanía, quién comenzó a sentirse mal y convulsionó.
Fue el comienzo de una dramática historia que afectó a su salud, tanto que esta se deterioró poco a poco, paulatinamente. Consultaron médicos y especialistas pero nadie parecía saber qué mal aquejaba a Estefanía hasta que esta falleció.
A partir de ese momento la familia Gutiérrez Lázaro comenzó a vivir su particular tormento, su particular calvario. En la casa comenzaron a vivirse hechos realmente fuera de lo normal: objetos que se desplazaban solos, ruidos extraños, sombras que paseaban por la casa, golpes, tremendos porrazos, descensos de temperatura… Todo un abanico de lo que supone un presunto fenómeno paranormal.
Al conocerse el caso muchos fueron los investigadores que se interesaron por él, quizás uno de los primeros fue el del mítico Juan Antonio Cebrián en “Turno de Noche” junto a Germán de Argumosa, en el que se hicieron eco de los sucesos que se vivían en el inmueble de la calle Luis Marín.
La familia estaba asustada, atormentada, al hilo de la histeria ante lo que veían sus ojos día tras días y muchas preguntas que se agolpaban: ¿Era el espíritu de Estefanía el que provocaba todos aquellos fenómenos? ¿Qué hacer? ¿Dónde podrían darle alguna ayuda?, y como último recurso llamaron a la policía.
Una vez llegaron los agentes a aquel domicilio aquejado de fenómenos paranormales fueron participes y testigos de cómo un crucifijo, el Cristo, se daba la vuelta siendo arrancada la imagen. Un póster quedaba marcado con tres arañazos en forma de garra. Además la familia relataba como veían seres oscuros sin rostro en la habitación, alrededor de su cama, rezando pero sin ojos ni bocas, sombras que reptaban por la habitación.
La policía, que estaba curada de espantos, no creía demasiado aquello hasta que lo vivieron en directo: agresiones, respiraciones en la habitación de origen desconocido, el crucifijo o de como una fotografía ardía espontáneamente en el vacío ¡imposible!… La realidad superaba a la ficción.
Otra fecha histórica: el 27 de Noviembre de 1992 acuden a la calle Luis Marín dos coches patrulla, al llegar la familia está aterrorizada: los fenómenos que se están viviendo en ese mismo momento en la casa.
La policía deja constancia en el parte de intervención,y manifiesta que , una vez se ha entrevistado con la familia y observado el interior de la casa, según comunica, se le ha puesto el vello de punta.
Estando sentados en compañía de toda la familia, pudieron oír y observar como una puerta de un armario perfectamente cerrada, cosa que comprobaron después, se abrió de forma súbita y totalmente antinatural.
Momentos después pudieron percatarse y observar como en la mesita que sostenía el teléfono, y concretamente en un mantelito, apareció una mancha de color marrón consistente que el Z-2 identifica como babas.
En el recorrido que hicieron por diversas habitaciones de la casa observaron un crucifijo de madera al que, el fenómeno al que estamos haciendo referencia le había dado la vuelta, arrancándole el Cristo adherido al mismo.
Que, según manifiesta una de las hijas, tomo el Cristo del suelo y lo adhirió detrás de la puerta de la habitación junto a un póster produciéndose también de forma súbita y extraña tres arañazos sobre el citado póster”.
Los cuatro agentes concluían de forma categórica: “hay una serie de fenómenos de todo punto inexplicables”.
La familia acabó dejando el hogar en la calle Luis Marín. Con el tiempo lo ocupó una familia inmigrante y los fenómenos seguían produciéndose en una medida más leve hasta ir desapareciendo. Tal vez la fuerza emocional alimentaba a aquel ente atrapado entre recuerdos, sentimientos y cuatro efímeras paredes.