No son pocas las ocasiones en las que las personas se auto convencen de no haber sido testigos de lo insólito por miedo, por temor a qué, de alguna forma, esa experiencia, cruda, se pudiera repetir. Es el caso que les quiero contar y que tiene como protagonista a un joven matrimonio gaditano.
Recién casados comienzan una vida en común, decoran y amueblan su casa, en un popular barrio de Cádiz, y comienza la convivencia y el día a día de esta familia. Nada les podría hacer sospechar que en la casa sucedía nada extraño salvo por que su perro, «Rocky», se quedaba mirando a puntos concretos de la casas y comenzaba a ladrar sin ningún sentido.
Comienzan a manifestarse los hechos imposibles
Debido a ello lo llevaron al veterinario y este les dijo que no debían de echar cuenta a esos detalles, que eran cosas lógicas «en el comportamiento animal» y que «no debían concederle más importancia», algo que entendían que debía ser así.
Pero pronto comenzaron los problemas pues «cuando estaba haciendo de comer, sobre todo en el almuerzo, me llegaban olores muy malos, como a podrido, aquello lo achacaba a que podría ser de los bajantes o de la propia casa que ya tiene sus añitos al ser «de segunda mano». No le di más importancia aunque se lo comenté a José Carlos por si teníamos que hablar con el presidente de la comunidad o algo. Otro día subí de la compra y dejé las llaves donde siempre, bueno, tuve que salir de nuevo y no las encontraba, por mucho que las busqué no las encontré, me volví loca, miré cuatro veces en el mismo sitio donde las dejo, que es un sitio visible, y nada. La cosa es que harta ya de buscar me senté y miré otra vez donde yo las pongo y allí estaban. Pero eso no es lo mejor, lo mejor es que a José Carlos también le ha pasado en dos ocasiones. Es como si jugaran con nosotros» decía Marta con evidente ansiedad.
«En otra ocasión, era fin de semana, bajé abajo a comprar unas cosas que nos hacían falta por que venían unos amigos a cenar, hacía de comer José Carlos, la cosa es que al subir me lo encontré sentado en la cocina con mala cara, le pregunté si le pasaba algo y me dijo que había escuchado la puerta perfectamente y una voz decir «¡Ya estoy aquí!», pero no era la mía, era de otr mujer. Él se asomó por si ya había subido yo y me acompañaba alguien. La cosa es que se asomó y no había nadie. Fue cuando se quedó muy contrariado, el perro también se puso a ladrar y siguió a la habitación del fondo a algo pero no se veía a nada. Todo eso nos dejaba muy inquietos por qué imagínate la situación» comentaba sobre su experiencia.
Una extraña mujer en la casa
José Carlos, por su parte, decía: «Aquella noche vino la visita que esperábamos y hubo un momento, en la noche, en la que una amiga, Esther, fue al baño, al salir nos dijo: «¿Quién es la mujer del pasillo? Creí que vivíais solos» y le dijimos que nadie, entonces ella nos dijo que en la habitación del fondo se había asomado una mujer mayor y, acto seguido, escuchamos como se cerraba una puerta, al ir a ver era la puerta del fondo del pasillo. Eso ya nos hizo pensar que en la casa pasaban cosas raras» explicaba con rostro serio.
«Una noche, no hace demasiado tiempo, sentimos una puerta cerrarse, «Rocky» ladró pero no salía, como si tuviera miedo. Entonces se encendió la luz del pasillo y vimos pasar a alguien, los tres, el perro también. Yo me levanté y no había nadie. Marta me decía que tenía miedo y le dije que cerraríamos la puerta con el pestillo y que al día siguiente veríamos que hacer. A la mañana siguiente estuve hablando con unos vecinos que me dijeron que la anterior propietaria de la casa murió aquí, que era una señora muy amable y que no daba nunca problemas, que era muy elegante y siempre bajaba a por sus comprar y no andaba ni de chismes ni nada».
«Llamé a un amigo que tiene ciertas dotes y estuvo aquí con el «palo santo» y el incienso y nos dijo que no temiéramos que no nos haría nada, sólo que no sabía que se había muerto y esperaba aquí como cualquier otro día. Nos dijo que le explicó que había fallecido y que tenía que seguir su camino. No sé si esto es verdad o no pero desde ese día, salvo «cositas» sin importancia, te puedo decir que no hemos vuelto a tener ningún problema y eso es algo que se agradece» concluía.
Una nueva experiencia paranormal en Cádiz, con una casa encantada y la no-consciencia de muerte de su propietaria. ¿Casualidad? Permítanme que, a estas alturas, no crea en casualidades.