Recuerdo hace ya muchos años, casi una década, como mi amigo Jesús Callejo, me animó a hacer rutas misteriosas por Sevilla al amparo de «Anima Mundo» (OTO), una empresa que se dedicaba a ello en Toledo y que sabían bien cómo funcionan en las ciudades este tipo de recorrido misterios. «Además la gente es apasionada y te cuentan muchas cosas» me decía en aquellos años y, el tiempo, le ha dado la razón.
En el transcurso de una ruta por el barrio de San Bernardo, en Sevilla, el llamado «Barrio de los toreros», mientras explicaba particularidades que allí, en el plano de lo paranormal, ocurren. Dos chicas, casi al finalizar la ruta, me dijeron que querían hablar conmigo.
Llegados a la última parada del recorrido la hice en la puerta de la iglesia de San Bernardo, de donde sale la populosa hermandad. Allí vine a contar un caso que tuve la oportunidad de investigar de la mano de mi cuñado -vinculado a la hermandad- y del propio párroco en la época, don José.
Primera investigación
A través de mi cuñado solicitaron mi ayuda. Aquel hombre alto, mayor de edad, muy afable, me dijo: «Ven que quiero consultarte una cosa que nos está pasando» y me condujo a una estancia trasera. Allí se quedó al pie de una losa en el suelo y me dijo: «¿Ves este punto en el que estamos?», le respondí afirmativamente y repuso: «Desde aquí se escucha como llaman de dentro afuera, como si alguien al otro lado estuviera llamando, golpeando la loza, es muy evidente. Lo hemos escuchado varias veces».
Ante tal afirmación le dije: «¿Podría bajar allí abajo? ¿Podríamos bajar a la cripta?» pero la respuesta fue negativa: «No, pero no porque yo no quiera sino porque la loza está rota en una esquina y me temo que si la levantamos se acabe de partir con los problemas que podría originar». Le pedí hacer unas pruebas psicofónicas a lo cual accedió pero no hubo suerte en cuanto a captar algo extraño, las llamadas «voces del otro lado». Así quedó este tema que les comenté, con más detalles, a los participantes en esa ruta.
Un fantasma querido en el barrio
Entonces fueron las dos chicas las que me dijeron: «Mira, nosotros te queríamos hablar de la iglesia en concreto. ¡Vaya casualidad! La cosa es que dentro se aparece don José, sobre todo cuando se sale de nazareno se le ha visto en la iglesia vacía de hermanos. En otras ocasiones también se le ha visto por la iglesia y se trata de él. Yo lo he escuchado en la zona de los bancos de delante». Repliqué: «¿Pero el mismo don José? Fallecido ya hace un tiempo», «Si si, el mismo, don José, el mismo», el mismo que yo conocí y que casó a mi hermana y su marido, no es un desconocido para mí.
“No es poca la gente que dice haberlo visto allí dentro después de muerto, vamos que no son ni una ni dos personas sino que son muchas las que te pueden contar cosas similares. A mí no me extraña, él pasó su vida ahí y es normal” decía una señora acompañada de su marido y vecina.
Y, curiosamente, otros asistentes, vecinos del barrio o interesados en estos temas (o ambas cosas) me explicaron que era cierto lo que narraban las dos chicas y que «es conocido por muchas personas de la iglesia, del barrio y de la hermandad«. ¿Sabes? Es bonito que haya quedado ese vestigio de su presencia en un lugar al que estuvo vinculado y en el que tantas emociones derrochó así como dio muchas enseñanzas.