CÁDIZDIRECTO/Jose Manuel García Bautista.– En el patio de los Naranjos, en el recinto catedralicio de Sevilla, pendiendo de una de las viejas vigas de maderas del techo podréis observar algo sorprendente relacionado con tres objetos: Un bocado de caballo de considerable tamaño, un bastón de mando y un cocodrilo de tamaño natural…
¿Por qué hay un cocodrilo en el techo del Patio de los Naranjos?
Corría en Sevilla el año 1260, el Sultán de Egipto tuvo conocimiento del poderío del Reino de Castilla tras la Reconquista cristiana y envío una embajada al rey Alfonso X “El Sabio”. La comitiva, además de llevar un fin de estrechar lazos de amistad llevaba otro objetivo: pedir la mano de la princesa Berenguela. Con ese fin se entregaron en la Corte de Sevilla un gran número de regalos que iban desde ricas y vistosas telas, colmillo de elefante (marfil) o animales salvajes…, entre ellos un poco sociable cocodrilo que extrañaba su trocito de Nilo.
Alfonso X «El Sabio» declinó entregar la mano de Berenguela al Sultán con suma cortesía para no ofender a aquel poderoso seños y en Sevilla quedó el cocodrilo que no se sabía muy bien qué hacer con él, así que se echó en unas de las albercas del Alcázar.
Con el paso del tiempo el cocodrilo murió y se decidió embalsamar a aquel animal, su cuerpo fue colgado del Patio de los Naranjos de la Catedral, junto a él el bocado o freno de la jirafa.
Con el tiempo regresó el embajador que el reino de Castilla tenía en Egipto y devolvió la vara de mando o insignia que representaba al rey que se colgó junto a los dos anteriores en recuerdo de aquellos visitantes venidos de tan lejos con tan gratas intenciones.
Los efectos el terremoto de Lisboa de 1755 dejaron sentir sus efectos en Sevilla y el cocodrilo disecado quedó muy «desmejorado» por lo que se procedió a realizar una copia en madera que es la que luce ahora del techo de esta zona de la Catedral.