En la Historia de Cádiz siempre se recordará especialmente al que fue el «monstruo» más conocido de su leyenda como el «hombre pez» que fue capturado y que prevenía del norte de España, de Liérganes. Pero ha habido otro caso registrado históricamente que es muy singular.
En ese sentido nos encontramos con una criatura mitológica que era mitad pájaro, mitad humano, garras afiladas, con alas y especialmente feroces, eran las arpías.
Según las enciclopedias virtuales -se puede escribir con o sin «h»- este animal era de «apariencia de hermosas mujeres aladas, cuyo cometido principal era hacer cumplir el castigo impuesto por Zeus a Fineo: valiéndose de su capacidad de volar, robaban continuamente la comida de aquel antes de que pudiera tomarla».
En Chile, en la laguna de Tagua-Tagua, en 1841, cuando esta de vacía, encontraron un extraño animal. Fue el conde de Provence, posteriormente Luis XVIII, y medía 5 metros de alto por 7,5 de largo. En la descripción que se hace se dice:
«Corpulento y con más de tres varas de largo, poseía dos larguísimas colas que movía con mucha ligereza y fuerza: utilizaba una, muy flexible y llena de anillos, para aferrar a sus presas; la otra, terminada en flecha, le servía para matar. El cuerpo, que estaba cubierto de escamas por entero, se sostenía en dos patas cortas y gruesas dotadas de potentes garras».
Descripción de la bestia
En la misma crónica se amplía: «Su rostro era afín al humano, con una boca muy grande guarnecida de feroces dientes de dos pulgadas; las orejas, largas como las del asno; dos poderosos y bien torneados cuernos similares a los del toro, de una vara y media, coronaban la cabeza redonda. De ésta nacía una espaciosa y poblada melena, semejante a la del león, que le colgaba hasta las patas y con las que solía enredarse. Además, poseía dos alas enormes parecidas a las del murciélago«.
De esa forma «hacia muchísimo daño comiendo cuanto animal iba a beber en la laguna, hasta que con mucho silencio le esperaron 100 hombres con bocas de fuego y le cogieron vivo«.
La prensa de la época escribió que el extraño animal fue embarcado con rumbo a España teniendo el registro: “Salida de Cádiz de la arpía o monstruo anfibio para ser llevada ante el rey y la familia real de España”.
La realidad de la «arpía» gaditana
Pero aquel llamativo animal no arribó nunca a costas españolas pues, realmente, no existió y todo resultó ser una invención de los diarios galos, lo que valió para hacer propaganda y todo tipo de ilustraciones sobre un hallazgo irreal que servía, además para engrandecer a la figura del Conde de Provence.
Así el virrey se «llamada» Francisco Xaveiro de Meunrios siendo este último una anagrama de «Monsieur» y el nombre de pila, Francisco Xaveiro es Louis Stanislas Xavier de France, hermano del Rey Luis XVI y conde de Provenza. Evidentemente no fue una captura real y tampoco existió tal regalo a la monarquía española de la arpía de Tagua Tagua.
El tabloide «Journal Général de France» era el responsable de afirmaciones inverosímiles pero que, en la época, se creían de buen grado que incluso marcó un tipo de peinado en la capital francesa.
Como en otras ocasiones, descubierta la falsedad de la noticia, se quiso inculpar a los medios españoles que nada sabían de ello y que se debió a la «maquinaria propagandística» francesa.
A partir de ese momento se comenzó a culpar a propio conde de Provence e, incluso, hacer caricaturas de la criatura con el rostro de la futura María Antonieta, una reina que caería mal a pueblo y que sucumbiría a la Revolución Francesa en la guillotina.
La misteriosa criatura que no llegó a Cádiz por que no existió aunque, de buena gana, se le hubiera hecho una coplilla de Carnaval.