El verano es una época propicia para realizar actividades que no suelen ser las usuales o que se toman, al amparo de los amigos, de forma diferente. Las que tienen que ver con el misterio se corresponden con ello y son particularmente impactantes cuando no se tiene el oportuno cuidado o se toman las medidas de precaución necesarias.
Exploración de lugares abandonados
Una de ellas tiene que ver con lo que se llama Urbex o exploración de lugares abandonados que, en muchos casos, tienen un componente de paranormal o inexplicable. Es el caso de nuestros cuatro protagonistas. Así Miguel Ángel y su amigo Roberto deciden pasar un fin de semana en la playa con sus respectivas parejas. La noche del sábado al domingo plantean ir a visitar un lugar encantado, una casa encantada en las afueras de Cádiz, en la carretera con Jerez, en un punto de la misma, en una entrada, y ver qué pasa en su interior.
Así lo disponen como mera diversión, como un entretenimiento más sin tener en cuenta los peligros que ello entraña en muchas ocasiones, y ya no por lo paranormal -que podrá o no podrá ser- sino por el estado del sitio al que vayan o que pueda haber personas con malas intenciones en el interior del mismo.
Ellos no tuvieron en cuenta todo ello y decidieron, por la tarde-noche, poner camino hacia el cortijo: «Serían las diez y media de la noche y llegamos al sitio, nos costó trabajo encontrarlo porque, además, estaba apartado. Llegamos y, es un caserón en medio del campo, abierto pero con enseres aún dentro y muebles. Como si se hubiera abandonado de forma precipitada o algo así. Con las linternas de los móviles nos fuimos iluminando y encontramos una sala que parecía ser el salón o así, tenía una chimenea. Entramos y nos quedamos dentro. Ahí fue donde comenzó todo. Imagínate un caserón en medio del campo todo el día dándole el sol, pues hacía calor y se notaba caldeado todo. Pero cuando entramos allí la temperatura bajó una enormidad y nos miramos todos».
El testigo prosigue: «Nuestras chicas dijeron «aquí hace fresquito» y en ese momento sentimos como la puerta pega un portazo tremendo y se queda cerrada. Roberto miró a ver si podía abrirla pero estaba cerrada y muy fuerte. Dijo que lo mejor era buscar otra salida por la puerta que estaba abierta y desde allí accedimos a un dormitorio contiguo ya sin más salida que a un pequeño aseo. Allí nos miramos todos y con las ventanas con rejas era difícil que pudiéramos ir a ningún sitio. Entonces fue cuando en la sala grande, el salón, llamémoslo así, sentimos como pasos y la temperatura que bajó más aún, sería las once de la noche» decía.
Una voz «de nadie»
En ese momento es cuando tienen la oportunidad de vivir algo que les dejaría anonadados: «Coincidiendo con esa bajada de temperatura sentimos pasos en la otra sala, como te decía, y entonces sentir una voz que decía: «Vosotros… ¿Qué hacéis aquí?» y asomarse una cabeza a la puerta del dormitorio en el que estábamos. La sensación fue tremenda y las niñas pegaron un chillido de terror que jamás olvidaré. Cuando pasó un minuto, no más, sin sentir puertas ni nada abrir, fuimos a la única zona con puerta donde podíamos ir que era la entrada y allí no había nadie y la puerta seguía atorada, tanto que ambos tuvimos que tirar a dos manos de ella para poder abrirla, cosa que logramos y salimos de allí como si nos persiguiera el diablo. Te juro por Dios que lo que te he contado es verdad y que no volveremos a meternos en un sitio así. Mi novia aún está impactada con todo lo que pasó» concluía.
Y es que este tipo de fenómenos pueden suceder en cualquier momento y ser las infortunadas víctimas del misterio como nuestros cuatro protagonistas en este «cortijo maldito«, como ellos lo llaman.