Son muchas las noticias que se están generando a raíz de la muerte de Isabel II y el nombramiento del príncipe de Gales, el eterno Carlos, como rey. Pero lo que pocos saben es la afición de Carlos III a los temas de misterio y esoterismo.
Del espiritismo a los OVNIs pasando por los fantasmas de Windsor
«De casta del viene al galgo» que dirían muchos y es que en la monarquía británica hay cantera y elementos como para que estos temas gusten. Así en la Inglaterra victoriana eran famosas las sesiones de espiritismo y de todo aquello que tuviera que ver con el mundo de lo paranormal, la comunicación con el más allá o los fantasmas, incluso el propio creador del sin igual Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle, creía en todo ello pese a la oposición de su amigo el mago Harry Houdini. Sea como fuere la propia reina Victoria creía en todo lo que eran médiums y clarividentes. Al propio Eduardo VII le gustaban estos temas y no dudaba de visitar a un quiromante experto como era Cheiro, aquel que ya vaticinara el naufragio del Titanic en 1912.
Pero, como decía, estos temas gustan dentro de palacio, el propio duque de Edimburgo, padre de Carlos III, era una gran aficionado a los Objetos Voladores No Identificados, a los OVNIs, y estaba al tanto de todo lo que tenía que ver con ello e, incluso, se mostró interesado por aquellos encuentros clasificados dentro de territorio inglés, como el caso Rendelsham, una base aérea en Suffolk que tuvo un encuentro con un no identificado y fenómeno de aterrizaje sucedido en 1980.
La monarquía británica siempre ha tenido un especial apego al palacio de Windsor, un lugar en el que hay un censo de 25 fantasmas, entre ellos los de Isabel I de Inglaterra, que se aparece en una biblioteca; el del rey Enrique VIII en un pasillo o el de Jorge IV que parece asomarse a uno de los ventanales. Historias que se cuentan en palacio.
Declaraciones públicas de Carlos III a favor de temas «misteriosos»
Carlos III además dio, en 1982, un discurso ante la Asociación Médica Británica con motivo de su 150 aniversario en el que expresó su creencia en curanderos y sanadores en lo que se denomina «spiritual healing», también es seguidor de terapias alternativas y naturales o de métodos heterodoxos de «Medicina».
También es aficionado a todo lo que son suertes adivinatorias, mancias y, sobre todo el tarot, por la fascinación que le confiere el significado de los arcanos mayores y que gusta de consultar ocasionalmente.
En 1985 se publicó un artículo llamado titulado «Charles ‘the ghosbuster'» donde se decía que el príncipe era habitual de andar con una grabadora, por las noches, en palacio, y unas cámaras de fotografía, en busca del fantasma de Enrique VIII, o de su afición -junto a su tío- por la tabla ouija. El mismo decía: «He visto un artículo en el que se dice que juego con el tablero de la ouija. No sé lo que es, nunca he visto uno. Que empleo todo mi tiempo intentando contactar con mi tío. La respuesta es que no. Estoy harto de que esa gente que me dice todo el rato no toques la ouija, es malo para tu salud».
En otra de sus visitas, como un orfanato, observó que alguien llevaba una chapa espiritista en la solapa y se acercó y pregunto el príncipe: «¿Es usted espiritista?» y comenzaron a hablar sobre libros de esta materia sin reservas -al fin y al cabo es una afición más, ¿qué tiene de malo?-.
Son gustos que ha tenido siempre la casa real británica por estos temas donde ahora, su máximo exponente es el propio rey, Carlos III, ¿tendrá tiempo para seguir buscando al fantasma de Enrique VIII?