En no pocas ocasiones las familias heredan objetos que vienen de antepasados que fallecen y que dejan un legado que se resume a recuerdos, fotografías, algo de dinero y muchos objetos -algunos valiosos y otros no-. De uno de ellos les quiero hablar como ejemplo de objeto encantado, de objeto maldito y motivo de no pocas noches de desvelos.
Nos encontramos con Antonio Marín y Lourdes Santos, un matrimonio normal, padres de dos hijos de 18 y 15 años, de una existencia tranquila y con una vivienda en el centro de la ciudad, en el centro de Cádiz. Todo se iba a «torcer» -según sus propias palabras- cuando falleció «la abuela» y comenzaron a suceder cosas raras en su casa. Así nos lo narraría Ant0nio: «hace cuestión de 3 meses, en diciembre, murió la abuela, era ya muy mayor, tenía 94 años y la mujer siempre había tenía una relación distante con los niños de la familia, hasta los que antes fuimos niños y ahora tenemos familia. A mi hermana y a mi siempre nos dio un poco de miedo, miraba raro y decían de ella que tenía la capacidad de aojar a las personas. Yo eso siempre lo consideré como una superchería, como cosas poco creíbles pero que mi madre no sabes tú como se lo tomaba. La cosa es que murió y llegó la hora de repartir un poco sus cosas entre la familia. Es curioso por qué al ir nos dijeron que había dejado testamento, nadie lo sabía, y había sido ella quién había dicho lo que se le tenía que dar a cada persona, a cada familiar».
Hasta ahí todo resulta en la línea de este tipo de sucesos familiares sin mayor particularidad ni trascendencia más allá de la muerte de la persona. Pero comienza a cambiar todo «cuando me toca a mi una joyerito con muchas fotografías de personas que no son ni familiares ni nada, nos extrañó, también unos libros muy antiguos y un santo. A mi aquello me extrañó y mi madre, que nunca había tenido «feeling» con la abuela, me dijo: «Tíralo todo, no te quedes con nada. A mi me ha dejado dos anillos y los voy a dar a las «hermanitas de los pobres», esa mujer no era buena». La cosa es que yo me lo llevé a casa y a mi mujer, a Lourdes, no le gustó nada, me dijo que no lo quería allí, que le daba mal rollo» comentaba.
Hechos paranormales y misteriosos
Los hechos misteriosos comienzan aquel mismo día: «Todo fue guardarlo en un trastero que tenemos que está junto al patio central y entonces, por la noche, comenzamos a sentir ruido. Mi mujer es muy creyente y sólo quiso dejar al santito en el patio, en la entrada, como un elemento de protección. Pero todo comenzó a ir mal. Aquella noche hubo muchos ruidos en el patio, creía que entró un ladrón, luego como murmullo, como si hubieran gente. Se los cayó una cristalera muy cara y se reventó contra el suelo, algo que estaba firmemente sujeta. El albañil nos dijo que no se explicaba como se había podido caer y a medida que pasaban los días nos pasaban más cosas: venía olor a podrido que era insufrible, las luces se encendían y apagaban solas, mi hijo el mayor vio a una sombra en las escaleras que van el segundo piso y una noche sentimos varios portazos en la casa en zonas que no había nada abierto y que era imposible que se cerraran por que las puertas están calzadas. La peor noche fue cuando vimos apoyada en la puerta de baño a una sombra, perfectamente. Mi mujer estaba muerta de miedo. Fue entonces cuando supimos que algo pasaba y pedimos ayuda a una amiga que sabe de cosas de estas».
Fue esa persona la que le dijo que el cofre tenía dentro las fotos de aquellas personas a las que «la abuela» había «hecho trabajitos, que había hecho rituales y cosas de esas que ella practicaba. Además en los libros tenia anotaciones y hojas sueltas con salmos y oraciones raras así como nombres de gente. Me dijo que debía quemarlos y que me deshiciera del santito que realmente era de santería cubana. Te puedes imaginar mi horror, aquella «herencia» estaba envenenada. Yo tiré por la vía del medio y lo quemé todo, desde entonces todo fue bajando de intensidad y en estas últimas semanas no ha pasado nada pero aquello no quisiera volver a vivirlo» decía cariacontecido.
Son sucesos con objetos que, en muchas ocasiones, pueden tener una capacidad como la descrita e influir en aquellos que lo reciben sin saber que, realmente, están malditos.