Si hay lugares en España por donde pasear y perderse entre sus muchas historias y leyendas esa es, sin dudas, Cádiz.
Una de estas historias populares, historias de nadie, es la que tiene como protagonista a un fantasma muy especial. Tenemos que caminar un poco y ubicarnos frente a la iglesia de la Pastora, un breve recorrido que nos llevará por la calle Sagasta hasta este punto.
Calle Sagasta y su fantasma
Allí, cuenta la leyenda, existía una casa que su propietario no lograba alquilar, no es que hubiera problemas con el precio del alquiler ni nada por el estilo, simplemente era el miedo y el conocimiento popular de hechos extraños que ocurrían en su interior. Lo normal es que los nuevos inquilinos duraran muy poco dentro del mismo.
Decidido a acabar con el «mal fario» que tenía el lugar y poder alquilarla. Así la puso gratis a una pareja: Fulgencio y su esposa. Él era de profesión albañil y convenció a su esposa para la mudanza, era una ganga que no debían dejar pasar.
Así se trasladan a su nuevo hogar y, una noche, Fulgencio se levanta y puede ver a una presencia, un fantasma de un indiano que se pasea por el lugar. Sin miedo se atreve a hablar con él y es indiano le cuenta su triste historia: llegó de América con mucho dinero y en Cádiz se enamoró de una chica, está lo engañó, lo traicionó y la decepción hizo que el indiano cambiara su forma de ser, pasó de la amabilidad a la brusquedad, a las malas palabras y actos.
Mensaje del más allá
Arrepentido por esas acciones y asombrado ante la figura de Fulgencio que no estaba asustado, el indiano decidió cambiar y desvelarle un secreto: «En una losa del patio de esta casa guardo unos cofres con mucho dinero. Quédate con uno pero el otro repártelo entre los más pobres».
Dicho y hecho, Fulgencio picó en las losas del patio en encontró el tesoro del indiano que destino, como era su deseo, a hacer el bien y repartirlo entre los que menos tenían.