O al menos así la tildan aquellos que son los expertos en lo paranormal y que han estudiado el fenómeno de las casas encantadas en todo el mundo. Un lugar donde mora un fantasma y cuyos efectos se hace sentir en todas las estancias de la misma.
Tiene una historia realmente sorprendente. Se encuentra en Nyack, en Nueva York (Estados Unidos) y a sus propietarios, Patrice y Jeffrey Stambovsky, no les advirtió nadie que estaba encantada. Su anterior propietaria ya decía que la casa estaba embrujada. Era Helen Ackley y en no pocas ocasiones dijo que había fantasmas y se calló tan crucial información debido a que no quería «espantar la venta».
Los Stambovsky, sabiendo que habían comprando la mansión y que se omitió que esa información, demandaron a la dueña y el juez dictaminó la llamada “sentencia Cazafantasmas”, por la que declaró que la casa estaba “legalmente embrujada”, y ese estado paranormal debería constar en las condiciones para cualquiera de sus futuras ventas.
Los Stambovsky compraron la casa desconociendo tal circunstancias pero era conocido en Nyack pues los antiguos propietarios ya hablaron que allí había fantasmas, incluso en varios medios de comunicación nacionales en Estados Unidos.
Los fantasmas
Los Ackley vivían en la casa desde el año 1977 y decían que allí había un fantasma desde la década de los 60 sin saber bajo que circunstancias se habría desatado toda esa actividad paranormal.
Además le pusieron identidad siendo Sir George y su mujer, Lady Margaret, un matrimonio muerto en el Reino Unido en 1750 o eso fue lo que les contó a los Ackley una vidente que contrataron para que desvelara el misterio de la casa.
El matrimonio no fue el único que hablo de los fantasmas -aunque destacaba Helen Ackley-, el hijo también dijo conocer a un tercer espectro que sería el de un militar de la Guerra de Secesión con que que se dio de bruces.
Según Helen Ackley los espectros que moran en su casa hablan entre ellos, tienen conversaciones en habitaciones vacías, abren o cierran puertas de forma violenta, o ventanas de la misma forma, también han llegado a mover muebles… La mujer pensaba que la muerte de su marido, de forma prematura, se debió a la presencia del fantasma en la casa.
La casa era demasiado grande para la viuda y decidió venderla pese a los fenómenos paranormales que en ella sucedían, pero sabía que si aumentaba su fama de «embrujada» difícil lo iba a tener. Los Stambovsky eran ajenos a todo ello y pagaron la señal de compra de la propiedad. Una vez instalados en ella comenzaron a vivir episodios muy extraños.
Debido a los mismos comenzaron a preguntar en el vecindario y les informaron que desde hacía mucho tiempo la casa tenía fama de estar embrujada. Debido a ello la pareja decidió denunciar a los anteriores propietarios por la omisión de esta información.
Ante el juez el Tribunal Supremo de Nueva York dictó sentencia a favor de los compradores determinando que la casa estaba “embrujada”. Como no se podía probar que la casa estaba encantada se guiaron por la inspección del lugar, la reputación de «encantada» que tenía o el sumatorio de indicios extraños vividos en el tiempo en el interior de la misma.
Aunque los Ackley recibieron cuantiosas llamadas de compradores interesados en hacerse con la casa encantada -entre los que había no pocos amantes de misterio y lo paranormal- se decidió vender a quién pareciera desconocer todo ello.
En el año 1991 se vende la casa por casi dos millones de dólares, un precio que superaba en mucho a las más caras de la zona y en mejor estado.
Helen Ackley falleció en el año 2003 y, a decir de la familia, su espíritu podría estar viviendo ya en su interior, en una casa a la que estuvo vinculada emocional y sentimentalmente.