Una de las ciudades de España donde más se siente la Semana Santa es, sin dudas, Cádiz. Su cultura, su gente, su idiosincrasia, hace que sea un estallido de fervor popular, de sentimientos, de emociones en todo a sus imágenes que, en muchos casos, tejen historias imposibles.
Una de las imágenes más singulares, dentro de esas historias heterodoxas, es la de Nuestra Padre Jesús Nazareno, que pasaría a ser el Regidor Perpetuo de Cádiz según una leyenda que se ubica en la noche del 21 al 22 de julio de 1681 cuando una terrible epidemia de peste azota la ciudad. Tratando de que Dios ayudaras a los que vivían y morían en la ciudad, un monja rezaba en la capilla.
Pero pasó algo que le sorprendió, en un momento determinado pudo ver como la imagen del Nazareno y de María Magdalena se bajaban del punto que ocupaban en la iglesia y se iban caminando por diferentes calles de la ciudad en dirección al Hospital Real, por allá donde pasaban la enfermedad desaparecía siendo muy evidente en las habitaciones del recinto sanitario.
Debido a ello y a que la epidemia comenzó a remitir, se decidió que la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno fueran nombrado Regidor Perpetuo y a María Magdalena como la Protectora de la misma. Así siempre han procesionado juntos, con María Magdalena suplicante a pies del Señor.
Otra leyenda que hay en Cádiz señala al Cristo de la Buena Muerte como protagonista. Cuenta la misma que los padres agustinos se marcharon de Cádiz y se llevaron la imagen consigo puesto que era propiedad de la Orden pero algo les impidió que se la llevaran, fue María Pemán, sobrina de José María Pemán, y por ello permaneció en la «Tacita de Plata».
Más leyendas
Igualmente, en torno a esta imagen, se cuenta que fue subastada en la Plaza de San Juan de Dios en plena Desamortización, en el siglo XIX, en 1836. La imagen fue adquirida por la familia Casanova que la volvió a llevar a San Agustín.
En los años revolucionarios, en 1931, se temió por la integridad de la talla al haber muchos asaltadores que «metían fuego» a las iglesias, se llevó al misma a la casa de Ambulari, en el traslado, por la estrechez de la puerta, quedó dañado un brazo que, posteriormente, quedo restaurado y puesta, nuevamente, al culto de los fieles.
La cofradía de los Afligidos tiene otra leyenda curiosa. Su imaginero, Peter Sterling, solía comulgar a diario antes de trabajar, en cierta ocasión quedó fascinado por una de sus obras y que, según la leyendas, al entregarla a la cofradía, cuando iba de regreso a Sanlúcar, murió (en la realidad falleció dos años más tarde).
Del Señor de la Humildad y Paciencia se dice que se realizó con un sólo tronco y Nuestro Padre Jesús Caído de una de las vigas de la iglesia del Carmen, por ello a la hermandad la llama de «La Viga».
Otros «motes» que ha puesto nuestra tierra a sus imágenes son «La Loca» a María Santísima de la Victoria -aunque no es del agrado de sus devotos- y debido a que salió de un lugar justo frente al viejo psiquiátrico, en las inmediaciones de la Iglesia de Santa Catalina.
El 8 de marzo del 1936 ocurrió unos de esos hechos documentados que parece imposible con el Señor de Salud, de las Cigarreras. De los archivos se desprende que en junta, en sacristía de Santo Domingo, se instó al Prior a retirar la imagen debido a los tiempos revolucionarios y anticlericales. Según la narración de García Veas, dos días después que el Convento ardiera se comprobó cómo la talla estaba intacta: “El 11 de marzo, de acuerdo con un oficial de Asalto, García Veas acompañado de Ángel Almeida y Andrés Domínguez (otros dos miembros de la junta) entraron en la Iglesia y desmontaron la cabeza y cuello del Señor, los brazos y las manos, toda vez que era imposible sacarlo entero. Asimismo, serraron los pies del resto del cuerpo, y así lograron sacarlo de allí”, según reza el documento que custodia la Hermandad.