Que se diga que Cádiz y toda su provincia es especialmente devota y mariana no es algo nuevo y todo ese fervor también se traduce en las muchas advocaciones que existen o en nuestra lustrosa Semana Santa. Pero también es cierto que hay milagros, más o menos recientes, que es bueno recordar y encontrarle el punto de inexplicabilidad que tienen.
Hoy les quiero hablar de aquellos que se relacionan con la Virgen de Fátima y especialmente me detengo en el que ocurrió el 4 de noviembre de 1951 cuando se estaba festejando la semana misionera en la que tuvo un especial protagonismo la Virgen de Fátima.
En ese contexto de fervor me detengo para cuando, finalizado el acto, un hombre comenzó a gritar de forma compulsiva generando la atención de todos los presentes. Se llamaba Pablo Reis y tenía 36 años, había nacido mudo y a los 14 años quedó paralítico.
El hombre, en ese acto religioso, comenzó a sentir un hormigueo en las piernas para, posteriormente ver cómo podía mover sus extremidades. Casi no se lo podría creer y pudo comprobar como aquel milagro era real.
Todo el mundo certificó que Pablo era mudo de nacimiento y paralítico y, sin embargo se había recuperado de todo ello. ¿Cómo se puede explicar? En la época nadie lo hizo satisfactoriamente y se calificó de milagro.
Otro caso inexplicable
Otro de esos milagros fue el que se produjo en Rota en la persona de José Castellano Pérez, una persona paralítica que el 10 de junio de 1951 sintió esa acción milagrosa en su persona.
Tenía 39 años y fue en 1947 cuando enfermó y que quedó con una parálisis en el lado derecho del cuerpo. Tenía mujer y cinco hijos y las desatenciones médicas originaron aquel problema que le aquejaba.
José era persona muy devota y puso un cuadro con la imagen de la Virgen de Fátima en su casa en la calle Calvario. Cuando estaba decorando el cuadro sintió como mejoraba y se encontraba bien, con fuerza, con vigor y, de repente, comenzó a surgir el movimiento que ese lado del cuerpo que hacía tiempo perdió. Familia y amigos atestiguaban que era un milagro.
El más difícil todavía
Especialmente intenso fue el milagro el Doña Blanca, en El Puerto de Santa María. Sucedió que Manuela Cortés vivía en una casa muy humilde y alumbrada sólo por candiles.
Manuela tuvo la desgracia que uno de aquellos candiles le explotara en las manos y le dejara ciega. Poco pudieron hacer en el hospital de Zamacola de Cádiz, certificándose el diagnóstico de la mano del doctor José Pérez Llorca.
Manuela se lamentó de su mala suerte y, una vez en su casa, se tendió en la cama y comenzó a pedir, con fuerza: «Madre mía santísima, que yo pueda verte otra vez». En ese momento comenzó a ver un poco de luz gritando en casa que podría ver.
El doctor, cuando regresaron al hospital, no se lo explicaba pues él, horas antes, había certificado la ceguera. Aquello no tenía explicación.
Hechos extraños ocurridos en Cádiz y su provincia, milagros populares en los que la Virgen dejó sentir su intervención divina.