Cádiz es tierra de magia y de misterio, de conocimientos secretos y de leyenda, un crisol donde se funden diferentes tradiciones y dan lugar a ritos y cultos extraños allá donde el hombre del presente es incapaz de interpretar.
Uno de esos sucesos extraños que tienen que ver con nuestra tierra es el tarantismo o tarantela que suele definirse como un fenĂłmeno convulsivo, histĂ©rico, que tiene su raĂz las antiguas culturas populares. Igualmente se decĂa que esta enfermedad era causada por la picadura de una araña, la más grande de Europa, la «Lycosa tarantula» habitual en el sur de España y más en AndalucĂa, pero no se considera mortal hoy dĂa aunque en otros siglos era motivo de preocupaciĂłn para los mĂ©dicos que tenĂan que tratar de curar a personas afectadas por la llamada «tarantela».
Singular historia
Se hizo tan familiar este tipo de casos que en 1782 se creĂł una comisiĂłn para solucionar la epidemia, de ello ha llegado el conocido como «Expediente de la Tarántula» y que comprendĂa casos registrados desde 1787 a 1807. Incluso se indicaban anotaciones donde se señalaba la mĂşsica para curar la tarantela: «un compás de 6/8 de ritmo binario con anacrusa, predominio del tono menor y que va aumentando en velocidad hasta el final de la danza».
Francisco Xavier Cid, profesor de medicina, en 1787, indicaba en un trabajo publicado en la época la historia de esta enfermedad, el insecto, las consecuencias del veneno, la curación a través de la música, cómo afectaba a la persona y los remedios, aquel trabajo se llamaba: «Tarantismo observado en España, con el que se prueba el de la Pulla (Apulia)».
En la provincia de Cádiz podemos encontrar varios casos de tarantismo, en los cortijales gaditanos, asĂ uno de ellos se remonta al año 1775 en el cuartel militar de San Roque cuando un artillero llamado Juan Xavier, de 20 años, es picado por una araña en el vientre que le provocĂł mucho dolor. La araña era grande y negra, se le aplicĂł una sangrĂa que no tuvo ningĂşn efecto y posteriormente el chico comenzĂł a tener unos espasmos muy violentos y movimientos convulsivos que, incluso, reformaban su rostro. Se realizaron varias sangrĂas más y la ingesta de «oximiel simple y nitro depurado» con lo que mejorĂł su estado salud.
Pero el efecto del poder curativo de la música era llamativo, el paciente demostraba tener cierta conexión con la misma, y asà el «baile de San Vito» que esta enfermedad también parece que guarda alguna relación con los remedios que aplicaban los italianos a la tarantela, pudiendo venir la misma de la ciudad de Tarento.
En un artĂculo de LĂłpez Sánchez y GarcĂa de las Mozas, del año 2000, se cita como los autores tiene conocimiento de testimonios directos de personas que habĂan presenciado curaciones en Cádiz: «El picado por tarántula, junto con esta si era posible, era llevado a una habitaciĂłn en la que se colocaba una soga atada a una viga para que se agarrase e el enfermo en sus saltos. Se llamaba a dos guitarristas, que se iban turnando. HabĂa un toque para picadura de araña macho y otro distinto para la hembra. El tiempo de baile para el primero era de 24 horas y el doble, en el caso de la hembra. El enfermo sĂłlo reaccionaba a ante uno de ellos y comenzaba a bailar frenĂ©ticamente, ayudado por la cuerda y por otros hombres que evitaba se derrumbase en sus saltos. En los descansos se le reconfortaba con caldos y bebidas no alcohĂłlicas que sĂ consumĂan los tocadores. La tradiciĂłn era aceptada por todos, con lo que el componente psicolĂłgico y la profusa sudoraciĂłn provocaban la curaciĂłn sin que se tenga noticia de ningĂşn fallecimiento».
Más casos de «tarantela»
Otro caso de tarantela fue el registrado en Sanlucar de Barrameda cuando un agricultor llamado Manuel GarcĂa «padecĂa horribles dolores, que se le calmaban cuando se le sometĂa a una cura por medio del baile de la tarántula. Pero como tiene el veneno inoculado, se le ha hinchado el cuerpo y se teme que le sobrevenga la muerte».
Carmen Ortega, en 1907, tenĂa 30 años, natural de Chiclana, fue picada por una tarántula en la pierna y sentĂa grandes dolores. En el diario «El PaĂs» de la Ă©poca, del 22 de julio, se puede leer: «Encontrándose anteayer echada sobre un rastrojo de cebada en el campo de CortĂ©s, del pago de la Jara, la vecina Carmen Ortega, de treinta años de edad, soltera y natural de Chiclana, tuvo la desgracia de que la picara una tarántula en una pierna, profiriendo grandes gritos por los agudos dolores que sentĂa. Trasladada a su domicilio de la calle Abades, en el antiguo horno de Lemos, manifestĂł deseos de ser tratada por el procedimiento de la guitarra, siendo llamados al afecto los profesionales Pallares, Pecho y Pullet, que tocaron la tarántula, entrando la enferma en la exaltaciĂłn nerviosa como a la media hora, rompiendo a poco en sudor copioso, y logrando sostenerse en agitaciĂłn más de cuarenta y ocho horas, con lo que los entendidos la suponen fuera de peligro. La mujer en cuestiĂłn es mandadera de la cárcel, y por su pobreza, todos los que han intervenido en su curaciĂłn lo han hecho por caridad».
El tarantismo y el misterio de su curación que, como hemos comprobado, estaba muy presente en la provincia de Cádiz. Folclore, superstición y realidad, un poco de todo allá donde la razón indica que el veneno del arácnido era el causante del mal.