Es una de las grandes preguntas que podemos encontrar en la red, en acalorados debates, en libros, en programas de televisión o radio, y siempre gozará de partidarios y detractores al 50%.
La gran pregunta
La gran pregunta es: ¿Sobrevivió Jesús de Nazaret, Cristo, a la crucifixión? Y la pregunta no es absurda, para nada, pues son muchas las personas que creen que habría sobrevivido y fue rápidamente desclavado del madero, una vez autorizado por la autoridad romana (algo que era muy infrecuente) y llevado a un lugar donde habría sido curado de sus gravísimas heridas. ¿Es posible? Merece un análisis.
Si como dicen los Evangelios un soldado romano certificó la muerte del reo en la cruz clavando en su costado una lanza, las probabilidades de sobrevivir son pocas.
La razón principal es que un soldado romano solía penetrar el cuerpo de su enemigo, con la lanza o el gladio, entre la 5ª y 6ª costilla en dirección al corazón. Esto provocaba graves daños en el pulmón y en el músculo vital del ser humano.
Para que lo veamos con más claridad: si hoy en una reyerta callejera a una persona la apuñalan y atraviesan el pulmón y el corazón las posibilidades de sobrevivir son nulas, cero, ni siendo asistidas de inmediato por el 061 o un quirófano preparado al efecto con los mejores médicos.
Posibilidades
¿Qué posibilidades hay de sobrevivir con esas heridas en el siglo I? A fuerza de ser reiterativos: CERO. Además se indica -en los Evangelios- que del costado surgió «agua y sangre», que más bien era líquido del pulmón y sangre acumulada en el corazón post-mortem. A nivel de la medicina forense el dictamen es claro: la persona no sobreviviría a esas heridas mortales.
En la Sábana Santa -si hubiera contenido el cuerpo de Jesús de Nazaret– se muestra tal herida y el alcance que pudo tener, el resultado atroz y tremendo: la muerte.
Aunque hubo, en su día, ensayos como «Jesús vivió y murió en Cachemira», hoy sabemos, de la mano de los expertos en Medicina, que aquel Hombre crucificado murió en la cruz.