Me impactó mucho una información, en una vieja revista, que hoy quiero refrescar por lo desconocida que resulta la historia que les voy a contar.
Comenzaba así: Son las diez de la noche en Aljaraque y todo se cubre de silencio en la localidad onubense, la oscuridad lo cubre todo y un halo se silencio cae, muchas familias se van a descansar y en el hogar de una humilde familia hay una gran agitación.
Un sonido quiebra la quietud de la noche, en casa de José Ángel todo es tensión, se ha desplomado sobre su cama, tienes los brazos en un posición de cruz, los ojos se le han puesto en blanco y repite una y otra vez una serie de palabras sin aparente significado con tono de mujer. El pánico se hace patente en todos los presentes, se intenta reanimar al chico pero no es posible.
La hija de Satanás
Pasan los minutos y parece que se va recuperando, poco a poco, todo ello hace pensar en una posesión, incluso se habla de la hija de Satanás y que sólo la Iglesia tiene un remedio contra su cura.
El chico se llama José Manuel y comenzó a mostrar estos síntomas un poco antes que su familia, muy humilde, se mudara de casa. Desde entonces todo tipo de fenómenos extraños han sucedido y el nivel de estrés creció de forma muy abrupta en la familia en experiencias que parecían sacadas de la Ciencia Ficción.
La madre del chico decía a los medios de comunicación de la época: «Sólo estoy segura de una cosa, a través de él podemos hablar con la misma hija de Satanás» y «desde que todo comenzó el niño duerme con mi esposo y conmigo. Cuando entra en trances noto cosas raras, se pone rígido y no puedo contener las lágrimas. Mueve los labios y escuchamos esa voz de mujer, tiene un fuerte acento andaluz, más de una vez nos ha dicho que cuando todo termine mi hijo tendrá que irse con ella. En muchos momentos esa voz ha dicho que maten a Manolo».
El hermano mayor del joven, Luis, decía: «Además de amenazarnos no dice que si no matamos a Manolo este lo hará».
José Manuel se pone completamente rígido, con los ojos en blanco y esa voz femenina vuelva a emerger inundando toda la habitación. José Manuel no recuerda, posteriormente, nada y se encuentra bien, miraba con extrañeza aunque manifestaba que todo comenzó cuando vio a una mujer desconocida vestida de negro y que se oculta: «A veces me dice que la acompañe» decía el muchacho.
Los momentos de tensión han llegado a hacer pensar a la familia en la realización de un exorcismo. La madre indicaba: «Algunas veces, cuando entra en trance, tiene mucha fuerza, lanza cosas y nos ataca, mucho más si se le acerca una cruz o una imagen de la Virgen».
El padre muestra las marcas de mordiscos en sus manos y Luis también tiene esas marcas y otras heridas en su cara. La madre decía: «Hay momentos en los que se muestra muy cariñoso y nos pide, por favor, que le demos un besito».
El médico del pueblo en la época, don Luis, estuvo tratando al muchacho de unos fuertes dolores en la cabeza. Dijo que se trataba de una enfermedad de niños hasta que lo vio en pleno trance: «Empezó a hacerle unas preguntas, mi hermano parecía encontrarse bien pero, de pronto, comenzó con esa horrible voz de mujer» decía el hermano. Días después el médico les recomendó que fueran a un centro de enfermedades mentales de Huelva y así lo hicieron obteniendo como respuesta: «A José Manuel no le pasa nada».
Protección
Trataron de proteger al chico con una medalla de la Virgen del Rocío y estampas de santos, fueron a ver al párroco de Punta Umbría, pidió estar sólo con él en la habitación «se comenzaron a escuchar los gritos de esa mujer que se confundían con los del párroco. Abrimos la puerta, mi hermano se agarraba y subía por el cura, el hombre se apoyaba en la pared pidiendo ayuda en el nombre de Cristo».
Fueron a dos curanderos, el primero de Huelva y el segundo de Portugal, pero en cualquiera de los casos todo parecía apuntar a que era necesario un exorcismo y que era lo que precisaba aquel caso que era «una lucha con Satanás».
Otro religioso, don Julián, también creía en la efectividad del exorcismo y que aquello acabaría con el problema de José Manuel D. , se acudió a un buen número de personas para encontrar el remedio a su mal pero nadie supo contestar a un caso, de posesión, que quedó en el aire.