¿Sabes lo que comes? La sorpresa de una hamburguesa inmortal

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A diario nos enfrentamos con peligros que acechan a nuestra salud, desde los típicos achaques hasta aquello que comemos y que, sin saberlo, puede suponer un tremendo riesgo y como muestra, permítanme, exponerle un caso que sea ese botón.

Se trata de una mujer, de Megan Condrey, de Estados Unidos, que hizo un curioso experimento con una hamburguesa de una conocida marca de «restaurantes» de comida rápida, de esos que te prometen calidad y carne o productos de primera línea para el consumo y que luego, del dicho al hecho, hay un trecho -más grande en algunos casos que en otros-.

De esta forma nuestra protagonista fue a un establecimiento de «fast food» -comida rápida- y compró dos hamburguesas con queso y patatas, al llegar a casa, comió una de ellas y la otra la guardó apuntando la fecha en el paquete.

Más de cuatro años después, cuando ordenaba los adornos navideños tras las fiestas, apareció el envoltorio y lo abrió creyendo que lo que iba a encontrar era un montón de carne podrida pero la sorpresa fue mayúscula pues tras todo ese tiempo el panecillo estaba duro como un adoquín, además la hamburguesa tenía el mismo aspecto que el primer día solo que, obviamente, pasada y dura como una piedra, pero el aspecto era el mismo, sin pudrirse.

El queso tenía aún el color amarillo característico y no había signos aparentes de moho ni nada similar, ¿cómo era posible?

Esta cadena de hamburgueserías -principalmente- garantiza que la carne es de vacuno y no llevan conservantes pero a tenor de la experiencia de Megan Condry habría que replantearse lo que se come. La mujer ha prometido, solemnemente, no volver a comer en este tipo de sitios. «A saber lo que le hace esto al cuerpo».

Para los más críticos es una campaña de desprestigio organizada por las cadenas rivales pero la realidad es una y es el ejemplo de la hamburguesa eterna.

La mujer, de 41 años, ha publicado su experiencia en su perfil de la red social Twitter y se comprueba como la hamburguesa luce igual que en 2017 cuando la compró afirmando: «La hamburguesa está tan dura como un disco de hockey, si se tira contra una ventana la rompe seguro, completamente seca, sin olor, igual que cuando la compre. Es una especie de masa molida que no se puede separar. Creo que debe tener muchos conservantes».

 

Misterio resuelto

Este no es el primer caso pues Jennifer Lovdahl compró un «Happy Meal» y se quedó olvidado durante seis años. Al cabo de ese tiempo no se había ni descompuestos ni podrido. «Todo huele a cartón».

J. Kenji López-Alt, de «The Food Lab» quiso desentrañar el misterio de las hamburguesas eternas y compró varias de ellas. Tras esperar su descomposición comprobó que no lo hacían pues no se pudren sino que se secan por la relación que tiene con el agua en sus ingredientes.
La hamburguesa es pequeña de tamaño y delgada, se hace en una plancha muy caliente y eso hace que piedra humedad de forma rápida con lo que se seca mucho antes de pudrirse. Al hacerse de esa forma mata a las bacterias y la libera de cualquier agente que pueda descomponerla.

Si se hace el experimento con una hamburguesa casera se llega a la misma conclusión. El propio Kenji concluía diciendo: «si crees que una hamburguesa de McDonald’s que no se pudre es antinatural, deberías echar un vistazo a las galletas saladas, a las «Jerky Beef» (tiras de carne deshidratadas), picatostes, judías secas o casi cualquier alimento no perecedero rico en nutrientes de tu despensa ‘tan poco natural'».