Son muchos los casos que se cuentan de cuarteles militares donde se cuentan historias aterradoras que tienen una relación con soldados que se quitan la vida en la garita y similares. Se tienen por leyendas urbanas, historias terroríficas para amedrentar a los novatos -al menos hace ya unas décadas, con el servicio militar obligatorio- y que en la actualidad aún tiene algún vestigio y algún testimonio real.
Leyendas urbanas y realidades
Es el caso de Alejandro y se su experiencia en un cuartel militar en San Fernando -del que no se indicarán más datos a petición del testigo-. Él comentaba, con emoción, con miedo, lo siguiente: «Siempre se dijo que había una zona en el cuartel donde pasaban cosas raras y se contaban que si se había suicidado un chico en una garita o no. Claro, eso hacía que cuando te tocaba la guardia fueras con el miedo sobre si te podría pasar algo o no. Vamos se iba con miedo. Luego, en la noche, se escuchaban ruidos raros pero que se podían atribuir a insectos o animales y hasta a algún veterano bromista. No se echaba cuenta. A mí me vino a pasar algo que me dejó helado» recordaba el testigo.
«Me tocaba la guardia y sobre las dos de la mañana, tratando de vencer al sueño, estaba allí y sentí un ruido, era como de pasos, me asomé pero no vi a nadie. Luego volvió a crujir algo y ya me dejó con la duda, saqué la cabeza y di el «¿Quién vive?» pero no respondió nadie. Me resultaba extraño porque además sentía que había alguien allí. Entonces fue cuando sentí de nuevo las pisadas y salí diciendo: «Venga ya eh, dejaos de bromas ya» y vi, delante mía a una especie de sombra, difusa, muy rara, gris o negra, no sé, oscura. Aquello me dio mucho miedo y, inconscientemente, apunté con el arma y aquello se esfumó delante de mi cara, me dejó helado y llamé de inmediato. Allí llegó una unidad de intervención, como me vieron que me llevaron a la enfermería. Allí conté lo que me había pasado y me dijeron: «Mira, mejor que no cuentes eso ni lo pongas por escrito en ningún sitio no sea que te tomen por loco o algo, vamos a tapar esto y sólo has dejado la guardia por que, oficialmente, te has puesto malo. Si así lo dejamos» decía.
Impuesta la»ley del silencio»
«Al día siguiente vino un veterano a la enfermería y me estuvimos hablando, me dijo que ello [los veteranos] nos habían sido y que no era la primera vez que había incidentes en esa zona, que procurara calmarme y no contara nada. Yo aquello lo entendí como, quizás, que tenían miedo porque la broma se les escapó pero claro, yo vi como aquello se iba ante mí, se esfumaba» afirmaba.
«El sargento se enteró, imagino que se lo contaría el médico, y me vino a ver y me dijo que estuviera tranquilo y que no contara nada más a nadie, que me iría mejor. No sé si tomarlo como una amenaza o como otra cosa, pero me calle hasta el día de hoy y ya han pasado muchos años, tengo ahora más de 50, imagínate» concluía.
Historias de fantasmas y encuentros con lo imposible en cuarteles, que no son únicos y que, en este caso, parece ser -a decir por el testigo- de una realidad.