La asombrosa historia del milagro de la ‘Tizná’

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Es uno de los hechos más asombrosos y que más devoción originó en un tiempo de superstición y fe. Se le conoce como el milagro de la Tizná, uno de los casos más prodigiosos y milagrosos que podemos encontrar en Granada.

Tuvo lugar en la hermosa localidad de Jérez del Marquesado y llena de emoción conocer su historia pues se produjo el hecho de resucitar a tres chicos a mediados del siglo XVII.

Fue tal el impacto del prodigio en la zona que el encargado del templo, Francisco de Moya, quiso dejar por escrito aquel milagro del que fue testigo, dice así el documento: “a diez y ocho días del mes de junio de este presente año de 1653, día de la Iglesia universal celebra los natales de los gloriosos mártires hermanos San Marcos y Marceliano, a las cuatro o cinco de la tarde se vio un espantoso trueno y vino un desacostumbrado y grande relámpago que pareció encender toda la villa con el fuego que traía y a la dicha hora cayó en la iglesia de la villa un rayo cuyos admirables prodigiosos efectos, referiré para Gloria de Dios Nuestro Señor, culto y veneración de la Reina de los Ángeles, la Virgen de la Santísima Purificación por cuya intercesión y ruegos creemos todos que esta dicha Villa no quedó hecha polvo y ceniza en este día de la ira de nuestro Padre y Señor”.

De esa forma Francisco de Moya hace referencia a una tormenta terrible y a aquel lugar en Jérez del Marquesado. Lo realmente mágico es que se atribuye a la Virgen la protección de todos aquellos que estaban dentro de la Iglesia imagen de Nuestra Señora de la Purificación. No era un hecho nuevo pues ya, antaño, había solucionado y había realizado prodigios similares en época de sequía o de destrozo de la agricultura.

Así pronto, el rayo se hizo conocido en todo el pueblo dándole toda la población su origen al demonio, uno de aquellos fragmentos entró golpeando el capitel y atravesó la muralla haciendo un enorme orificio y dañando al Santísimo Cristo al que quebró tres dedos, llegó incluso “al tabernáculo del Santísimo Sacramento en cuya cima estaba un Santo Niño Jesús, a quién le quebró una corona de plata que tenía, así como el brazo derecho y quemó el barniz de la mejilla y la garganta”. Tras estos destrozos se fue consumiendo mientras causaba roturas en el arca del Santísimo Sacramento, en la puerta del Sagrario, así como en cuadros candelabros y mantel del templo.

Pero el milagro llega cuando en el campanario de la iglesia se encontraban tres niños del pueblo tocando las campanas. Entonces un rayo cayó sobre él y el rayo mató inmediatamente a “Alonso, hijo de Luis de Alcalá; Juan, hijo de Pedro de Sierra y Bartolo, hijo de Francisco Rabelo, que quedaron como muertos por un gran espacio de tiempo, se entendió que así lo estaban. Juan tenía abrasado el vestido, y Alonso la parte de la espalda lucía un agujero como hecho por una bala, quemado alrededor y de olor pestífero”.

El rayo mató a los tres niños y originó otros destrozos a su paso así como en la parte trasera de la capilla de Nuestra Señora de la Purificación, tras ello dejó dañado diferentes enseres y se hundió a los pies de la Virgen como desafiándola.

Todo el pueblo estaba entristecido por la trágica pérdida de los niños, había sido un hecho de extrema gravedad. “Bajaron a los niños de la Iglesia, y puestos ante la Santísima Imagen de la María de la Purificación, fueron grandes los clamores, llantos y súplicas que sus padres y otras piadosas mujeres, hacían. Todos los vecinos absortos atemorizados concurrieron a la iglesia a pedir misericordia a Dios Nuestro Señor, creciendo el llanto y las lamentaciones. Poco después su Majestad fue servido volviéndose los niños en sí, atónitos se miraron desnudos y se les halló en las carnes unas cintas moradas como sangre seca. Fueron grandes las alegrías y voces que se mezclaron en aquella confusión viendo vivos a los niños”.

Tras este hecho milagroso otro prodigio se halló: la propia imagen, en la propia talla de aquella Virgen Santísima que obró el milagro, tras la curación de aquellos niños, de una forma sobrenatural, quedó reflejado en su rostro este hecho porque quedó como ennegrecido. Decían que era el mal, la muerte, la que se había traducido en su rostro y desde entonces se la conoce como la Tizná, “por ser esta historia tan digna de memoria para los tiempos venideros, acordé escribir esta relación y certificó haber pasado los sobredicho según he referido, y lo firmé en Xerez a diez y nueve de Junio de 1653”.

Pero hay un detalle más que sobrevive: en la actual imagen de María Santísima de la Purificación guarda los vestigios de aquella talla original. En la Guerra Civil los republicanos entraron a destrozar la imagen, la tumbaron y con un hacha procedieron a ello. Un muchacho se atrevió a entrar y a recuperar de entre aquellos despojos de lo que antaño había sido su patrona, era sólo un ojo y restos de un brazo. Un artesano talló una nueva imagen de la Virgen y en ella incluyo esos vestigios de madera y su ojo que había visto aquel milagro de 1653.

Es la asombrosa historia de Nuestra Señora de la Purificación, agridulce final de una imagen tan milagrosa cómo venerada: la Tizná.