El ser humano siempre ha tenido miedo a los no-muertos, mucho antes que Bram Stoker escribiera su ya célebre «Drácula». La creencia en chupadores de sangre o fluido vital siempre ha estado presente en diferentes culturas y creencias. Quizás por no ser ajeno a ello surgió el instinto de protección a estos seres.
Voltaire, en su «Diccionario Filosófico», daba buena cuenta del pensamiento del siglo XVIII y XIX así como de la creencia enraizada en vampiros: “Estos vampiros eran cadáveres, que salían de sus tumbas a la noche para chupar la sangre de los vivientes, ya fuera de sus gargantas o de sus estómagos, luego de lo cual retornaban al cementerio. Las personas atacadas decaían, se volvían pálidas y terminaban por ser consumidas; los cadáveres en cambio engordaban, tomaban un color rosado y tenían un apetito excelente. Era en Polonia, Hungría, Silesia, Moravia, Austria y Lorraine donde los muertos tenían sus mejores ánimos.”
En 1741 se escribe el Tratado de D. Augustine Calmet, sobre vampiros; y es que entre las décadas de los años 20 y 30 del siglo XVIII se dieron una serie de casos muy bien documentados sobre vampiros y de la ola que sacudió la Europa del Norte sobre «chupadores de sangre», la figura del vampiro quedó muy deformada y relacionada directamente con el reino de los muertos y lo demoniaco. Nada que ver con la «gloriosa» historia de Vlad Dracul.
Uno de esos casos que se presenta es el de Meter Plogojowitz que tras su fallecimiento regresó a su casa para pedir a su hijo comida, este aterrorizado se la negó, horas después fue encontrado su cuerpo sin vida. Posteriormente el no-muerto regresó al pueblo y mató a varios vecinos que acabaron desangrados.
Arnold Paole, era un granjero que tenía fama de haber sido atacado tiempo atrás por un vampiro. Al morir se comenzaron a suceder en su aldea una serie de muertes extrañas, sobre todo en personas que se mofaban de la experiencia vampírica de Paole.
Dentro de la creencia en vampiros hay mucha superstición y creencias ancestrales. Debido a esa misma creencia -y así se han podido encontrar diferentes cuerpos, basta recordar los casos de Katowice o Venecia- los fallecidos bajo sospecha de ser vampiros se les certificaba la muerte, bien rematándolos o bien introduciendo un objeto en su boca atorando la mandíbula, enterrándolo cara abajo para que no encontrara la superficie, desenterrándolos y arrancándoles el corazón e incinerando el músculo vital, entre otras.
A veces también se producían muertes erróneas, persona que padecían enfermedades como la porfiria y eran tildados de vampiros, estos sufrían las iras de sus supersticiosos vecinos.
Había un curioso kit contra vampiros, la leyenda es digna de ser rescatada y citada textualmente: “Esta caja contiene los objetos considerados necesarios para la protección de las personas que viajan por ciertas regiones poco conocidas en el este de Europa, allí donde la población se ve asolada por una peculiar manifestación del mal conocida como vampiros… El profesor Blomberg solicita respetuosamente al comprador de este kit que estudie cuidadosamente el libro de instrucciones. En el caso de que las manifestaciones del mal se hagan aparentes, su portador se verá entonces equipado para abordarlas de forma eficiente… El profesor Blomberg desea dar las gracias efusivas al conocido fabricante de armas de Lieja, el señor Nicholas Plombeur, cuya ayuda a la hora de recopilar estos objetos especiales, por ejemplo las balas de plata, ha sido de lo más eficiente. Los objetos incorporados al kit son los siguientes”.
El kit tenía:
1º.- Una pistola.
2º.- Balas de plata.
3º.- Un frasco de flores de ajo en polvo.
4º.- Un frasco de azufre molido.
5º.-Una estaca de madera de roble.
6º.-Un crucifijo de marfil.
7º.-Un frasquito de agua bendita.
8º.-Suero del profesor Blomberg.
María Teresa de Austria prohibió la profanación de tumbas y el siglo XVIII vio concluido su particular fervor antivampiro.
Hoy día seguramente estarían en grandes centros comerciales, en tiendas especializadas y hasta en la teletienda: «Protéjase de los vampiros con el maravilloso set Vampir, ¡el único fabricante de eficacia demostrada contra los chupadores de sangre!«, imagino el eslogan. El siglo XVIII no era menos impactante teniendo en cuenta su tiempo y la mentalidad del pueblo.
Si alguna vez le ofrecen uno de estos kits no lo duce, vaya a por él, puede que no le sirva de nada pero estará ante un trocito de la Historia vampira de nuestro mundo.