El monumento megalítico de Stonehenge vuelve a centrar el interés de historiadores y de arqueólogos pues su función parece estar más cerca de ser esclarecida.
Una investigación de la Universidad de Cambridge en el crómlech, datado al final del periodo Neolítico y comienzo de la Edad del Bronce y que se vincularía a una conexión con del solsticio de invierno con el más allá.
Del 3.100 a.C.
De esta forma el crómlech sería una especie de acceso, de «puerta de entrada» al más allá.
El conjunto arqueológico data del 3100 a.C., se sitúa en Amesbury, en Wiltshire (Inglaterra), a trece kilómetros de Salisbury.
Han sido los arqueastrónomos Juan Antonio Belmonte del Instituto de Astrofísica de Canarias y Giulio Magli, de la Universidad Politécnica de Milán. Es la explicación que daría razón a su función:
“Los arqueólogos tienen una imagen muy definida de este monumento como ‘lugar de los antepasados’. La arqueoastronomía, que a menudo utiliza imágenes de satélite para estudiar la orientación de los sitios arqueológicos antiguos, tiene un papel clave en esta interpretación, ya que Stonehenge muestra una alineación astronómica con el sol en relación tanto con el amanecer del solsticio de verano como con el atardecer del solsticio de invierno”.
Simbolismo de Stonehenge
Así Stonehenge tiene un marcado simbolismo y relación con el ciclo solar, con el más allá, con el solsticio de invierno. La nueva hipótesis contrasta con la posibilidad que pudiera ser un calendario solar que es la opción por la que abogaba la prestigiosa revista Archaeology Journal Antique.
El estudio publicado en la revista indica que sería un calendario análogo al alejandrino con 365 días y 12 sectores/meses de 30 días más otros cinco adicionales y un año bisiesto.
Los expertos indican que “En definitiva, el supuesto calendario solar neolítico de Stonehenge ha resultado ser una construcción puramente moderna, cuyas bases arqueastronómicas y calendáricas son escasas. Como sucedió ya varias veces en el pasado, el monumento vuelve a su papel de testigo silencioso como paisaje sagrado, un papel que no resta valor a su extraordinario encanto”