Las prestigiosas universidades de Harvard y Cambridge, junto a la ETH de Zurich -en Suiza- y la Universidad de Chicago, han fundado la denominada como «Origins Federation» que intentará descubrir qué condiciones se tienen que dar en un mundo para que surja la vida y si hay otros mundos que presentan esas condiciones para que aparezca la vida, encaminado ello a si hay vida extraterrestre o no.
Elementos base para la vida
La zoóloga Emily Mitchel, de Cambridge y del Centro Leverhulme para la Vida en el Universo, se encarga de analizar fósiles con millones de años y saber cómo evolucionaron, este trabajo da una idea sobre las formas de vida microbiana y como, poco a poco, evolucionaron.
Es importante pues esto podría llevar a comprender mejor la mecánica evolutiva desde aguas profundas para «pisar» la Tierra. Igualmente es interesante pues podría decirnos como sería una posible vida en un entorno como, por ejemplo, el que tuviera como elemento base el metano.
«Origins Federation» indica que estamos en un momento «extraordinario de la historia» pues se han hallado ya más de 5000 exoplanetas más allá de nuestro sistema solar, hasta otro en una galaxia más allá de la nuestra y las posibilidades sería muy amplias.
Hay, en la actualidad, dos misiones que centran su objetivo en saber si hay vida extraterrestre, el Telescopio Espacial James Webb (JWST) de la NASA y el programa SETI, Search for Extraterrestrial Intelligence, una organización sin fines de lucro que lo intentan. La pregunta básica a responder es: «¿Estamos solos en el Universo?».
Firmas biológicas
Igualmente hay formar biológicas que nos pueden indicar si en un exoplaneta -o una luna- puede haber vida o darse las condiciones para ella. Así los expertos analizarán las opciones que tiene una determinada estrella y si hay «trazas» de agua, de oxígeno o de metano, indicios que pueden hablarnos de como se favorece la vida con su presencia [cosa muy diferente es que la haya].
Emily Mitchell decía: «solo tenemos una firma biológica, aquí en la Tierra. Pero dentro de 10 o 20 años, como sugieren mis colegas más optimistas, con miles de firmas biológicas, podemos comenzar a abordar si la vida en la Tierra fue una casualidad o no».
Concluyó afirmando: «Existe este maravilloso potencial de que, si tenemos suficientes firmas biológicas, podemos hacer cálculos numéricos y tratar de averiguar cómo nos comparamos con la vida en otros planetas».