Hay zonas que parecen estar tocadas por el misterio y por los hechos luctuosos y trágicos. Una de esas zonas -como pudiera ser cualquier otra- la encontramos en Cádiz y forma parte de la «hoja de sucesos» de la ciudad, se trata de Campo Sur.
Los hechos que se encuadran dentro de la crónica negra son variados, uno de los más recordados es el del asesinato de Pablo Bravo, un profesor de 64 años que encontró la muerte en su propio domicilio un 5 de junio de 1987 y que prescribió hace ya 15 años.
Misterioso asesinato
La crónica de sucesos de Campo Sur nos recuerda que en el año 1935, un 19 de febrero, fue asesinado en este mismo punto un hombre, muerto a puñaladas. El diario ABC en su edición del 19 de febrero de 1936 publicaba: «En Cádiz aparece en la vía pública un hombre herido, que fallece al poco tiempo» y como desarrollo de la noticia informaba: «Cádiz 18, 11 mañana. Ayer, junto a la acera de la calle del Silencio, apareció José Fernández López, de treinta y siete años, albañil, que presentaba dos heridas en el cuello. Conducido a la casa de asistencia pública, ingresó cadáver. Se ha averiguado que el interfecto se hospedaba en Pí y Margal número 29, habiendo declarado la patrona que José Había conversado con compañeros de hospedaje. Hay cuatro detenidos, practicando la Policía indagaciones para esclarecer el suceso».
Fue encontrado por una persona, la víctima tenía dos cuchilladas en el cuello y fue trasladado al depósito en Santa Rosalía donde se certificó la muerte.
Apenas unos meses después llegó a los juzgados de la ciudad una persona que dijo que era «sirviente» en un prostíbulo y afirmó que la víctima estuvo en la casa con unas chicas y se propasó con una de ellas y por eso lo mataron huyendo de la ciudad. Lo cierto es que jamás se pudo verificar tal información.
Más hechos desconcertantes en Campo Sur
En 1936 una mujer, Teresa, con una clara merma de sus condiciones mentales debido al alcohol, trató de tirar a tu hijo por las murallas de Campo Sur, afortunadamente lo evitaron otras personas que estaban en ese momento en el lugar y pudieron para aquella locura que iba a terminar en tragedia. Las crónicas cuentas que la ciudadanía se desplazó al sitio en masa y quisieron linchar a aquella insensata siendo evitado por la Policía.
La mujer se arrepintió de su intento de matar al crío amparándose en la mala situación económica y los efectos del alcohol.
El 29 de abril del año 1958 sucede otro hecho encuadrado dentro de la crónica negra de la ciudad: unos niños se encontraban jugando en la parte del rompeolas de la muralla cuando uno de ello, apodado «Mogote», encontró lo que era un pie humano amputado. Estaba frente a la vieja fábrica de cervezas cuando lo halló y, con rapidez, llamaron a sus padres y estos a la Guardia Civil. El miembro presentaba un evidente estado de descomposición y había sido seccionado a la altura del tobillo.
Según el forense el pie se correspondía con un muchacho de unos 20 años de edad y fue seccionado estando con vida. El forense indicó que lo había hecho una mano experta y no se pudo localizar a quién pertenecía.
Con posterioridad se pudo saber que procedía del Hospital de Mora y que lo tiraron los encargados de la limpieza de restos en el vertedero del baluarte sin la autorización pues no es el tratamiento que tienen los restos humanos. Posiblemente lo sacó de la envoltura de gasas y algodón algún perro y fue a parar a la zona donde Mogote lo encontró.
En el Hospital de Mora se realizó una investigación y se dio con los responsables de este descuido siendo despedidos así como sancionado el médico que realizó la intervención.
Son hechos encuadrados en la crónica negra de la zona, en unos casos desconcertantes y en otros aún rodeados del halo de misterio de saber que el asesino/s aún puede estar en libertad.