«Una amiga, Esther, fue al baño, al salir nos dijo: «¿Quién es la mujer del pasillo? Creí que vivíais solos» y le dijimos que nadie, entonces ella nos dijo que en la habitación del fondo se había asomado una mujer mayor» decía el testigo.
Casas Encantadas
Nuestra acompañante se negaba a ir al médico. Hablando con expertos en ouija nos indicaron que, posiblemente, una posesión temporal, «algo» que tomó el cuerpo de nuestra amiga y que, durante unos minutos, la tuvo apartada de su ser.
«Entonces las luces comenzaron a encenderse y apagarse solas hasta que llegó un punto en el que nos asustamos más de lo que ya estábamos» contaba cariacontecido testigo.
Vi su fotografía y aumente la misma para, con asombro comprobar que, efectivamente, aparecía una silueta en la pantalla.
Es una vivencia personal, un recuerdo que no olvidaré con más de 40 personas de testigos y algo que podríamos calificar de «impactante».
Vi a «un niño pequeño, que estaba mirando de forma lateral, mirando a la litera, entonces yo lo vi claramente que había un niño. Pensé que era mi hermano y le pregunte, «¿Qué haces aquí a oscuras?» decía el testigo.
Paseamos por nuestra ciudad para conocer, brevemente, los misterios que hay en edificios que van desde el viejo Valcárcel a la Casa Cuna pasando por otros muchos donde se dice que ‘habitan fantasmas’.
Un gran historia familiar, ejemplo de la sociedad de la época, un trágico destino y un fantasma en la vieja casa-palacio.
Diferentes testigos narran sus experiencias en el interior del edificio, encuentros con lo inexplicable, grabación de psicofonías, visión de seres de otros tiempos y otra vida.
«Entonces escuché claramente una voz que me dijo: «¡Eh! Tú, ¿qué haces?» y me quedé mirando para todos lados con el cuerpo cortado por que aquella voz estaba justo detrás mía» decía nuestro testigo.
Zorrilla narra como aquella mujer llega a tener una particular conversación con él: «Yo soy tu abuelita; quiéreme mucho, hijo mío, y Dios te iluminará».
Después de varias horas de investigación, y encontrándose en el dormitorio de matrimonio de la familia, escucharon como la alarma de un reloj de pulsera por el salón, ¡que no tenía pilas!
La verdad sólo la sabe aquel que tiene la experiencia viviendo en el interior siempre y cuando sea sincero.