El secreto de la calle Solano de Cádiz

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Tiene Cádiz calle con un pasado secreto y casi olvidado. Pocos son los que se preguntan por el nombre de las calles cuando se pasea por una o visitamos otra ciudad. Por eso hoy me quiero detener en esta tan particular para explicarle su Historia.

La calle Solano es nuestra referencia y nuestra visita de hoy. Su nombre, en el siglo XVII, en 1682, era calle del Bonete y que fue rebautizada, tal vez, para nunca olvidar un hecho que se produjo en la ciudad. Hay que explicar todo con detenimiento y lo primero es saber quién era Solano.
Se trataba de Francisco Solano y Ortiz de Rozas, hijo del Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela, que era don José Solano y Bote, a la sazón marqués del Socorro y de su esposa doña Rafaela Ortiz de Rozas y Ruiz de Bribiesca.

Francisco Solano hizo carrera militar y llegó a ser Teniente General y Gobernador Militar de Cádiz así como Capitán General de Andalucía. Durante el tiempo que estuvo en ese cargo hizo obras civiles importantes en la ciudad como son el Paseo de las Delicias de 1806 y da vía libre a la Feria de San Fernando al estilo de otras grandes ferias que se celebraban en otros puntos de España.

Un suceso ocurrió en el año 1808 cuando Solano se verá envuelto en una situación que marcará su futuro. La flota hispano-francesa se refugió en Cádiz tras el fracaso de la batalla de Trafalgar contra Inglaterra, ese hecho, el tener a la flota anclada en la ciudad no gustaba a las gaditanos que ven como el 2 de mayo los franceses dan un giro de tuerca al destino y pasan a ser enemigos de España por la invasión napoleónica. Por una parte estaban los intereses de los ciudadanos y por otra los militares sabiendo Solano que la flota era un peligro y que estaban bien armados.

¿Héroe o villano?

El 29 de mayo el pueblo se levanta contra Solano al que tildan de cobarde y afrancesado, se traslada en masa a las puertas del Palacio de Capitanía Militar y protestar. Solano, con buen talante, trata de dirigirse a todos aquellos ciudadanos desde el balcón del Gobierno Militar en la Plaza del Pozo de las Nieves -que hoy no existe- pero nadie quiere escucharlo, estaban molestos y querían entrar en el Palacio, debido a ello se autoriza el uso de la fuerza, a una descarga de fusilería, disparan al aire para que no hubiera heridos, no había intención de causar daño. Notando esa intención el pueblo se crece y entra en el Palacio, Solano se ve sin defensa ni apoyos y gana la azotea del edificio y de allí pasa a la casa de María Tucker que se encargaría de esconderlo en un cuarto secreto.

La muchedumbre no lo encuentra pero un albañil -que hizo esa habitación secreta- delata su existencia y se exige la entrega de Solano. Es llevado a la Plaza de San Juan de Dios, al patíbulo, para ser ahorcado. En el camino todo tipo de improperios, de vejaciones, de agresiones hasta que un individuo de asesta una puñalada moral. Carlos Pignatelli pata el pecho del General y lo mata, dicen que para ahorrarle más sufrimientos. Su cadáver es retirado por el Magistral Antonio Cabrera y Corro que se encargaría de su entierro.

En 1913 se decide dar el nombre de una calle en homenaje a Solano, tal vez como signo de respeto o de vergüenza por lo sucedido, por culpar a alguien que sólo trató de preservar la integridad de Cádiz y la vida de sus ciudadanos ante el poderío de la Armada francesa.