Almudena Ariza, ejemplo de periodismo libre, premio en San Fernando reivindicando la verdad frente a la desinformación
“Mejor la libertad de imprenta que el silencio”: el emotivo discurso de Almudena Ariza que hizo reflexionar a todos
El rostro y la voz de Almudena Ariza forman parte de la memoria audiovisual de muchas generaciones de españoles. Desde hace más de tres décadas, la periodista ha informado desde los lugares en los que se escribía la Historia: las guerras de Afganistán e Irak, los atentados del 11 de septiembre de 2001, los movimientos sociales Me Too y Black Lives Matter, o el conflicto entre Israel y Palestina.
Su presencia, siempre en primera línea, ha convertido su figura en sinónimo de periodismo tremendamente comprometido, humano y veraz.
En reconocimiento a una trayectoria marcada por el coraje y la ética, el Ayuntamiento de San Fernando le ha concedido el Premio a la Libertad de Prensa y a los Valores Periodísticos, un galardón que este año alcanza su séptima edición teniendo un valor especial en una ciudad donde, en el año 1810, nació el Decreto IX sobre la libertad política de imprenta, considerado el origen legal de la libertad de prensa en España.
El acto de entrega tuvo lugar en el Real Teatro de Las Cortes, un espacio que está cargado de simbolismo histórico. Allí, Almudena Ariza no se limitó a recibir el reconocimiento pues lo transformó en una lección viva de memoria y reflexión.
Acompañada por amigos y familiares, la periodista escenificó un breve debate sobre los que es la libertad de prensa tal como pudo haberse producido hace más de dos siglos.
El reportero gráfico Paco Magallón dio voz a los diputados contrarios a esa libertad plena que amenazaba lo que implican los privilegios del poder; su marido, Luis Valdés, defendió la causa de quienes apostaban por la apertura y la verdad; y su hermana Geli encarnó el clamor silenciado de muchas mujeres que en el año 1810 aún no tenían ni voz ni voto.
Libertad de imprenta en San Fernando
“Mejor la libertad de imprenta que el silencio”, resumió Ariza antes de pronunciar un emotivo discurso que combinó emoción y denuncia. La periodista alertó de que, a pesar del tiempo transcurrido, la libertad de prensa sigue siendo una conquista tremendamente frágil.
“Han pasado más de 200 años y la libertad de prensa sigue siendo cuestionada. Hoy continúa habiendo censura, presión y descrédito hacia quienes informan. Este último año ha sido el más letal para la profesión desde que hay registros. En Gaza, Israel ha asesinado a más de 250 periodistas con total impunidad. Se sigue matando periodistas para imponer el silencio”, aseveró con contundencia.
Pero Ariza también advirtió que el silencio no siempre llega por la fuerza de las armas ya que “el silencio se impone también con la desinformación, el ruido constante o la mentira repetida. Tenemos que aprender a distinguir el periodismo riguroso de la propaganda. Eduquemos a nuestros hijos en el pensamiento crítico y en la idea de que la verdad sí importa”, dijo, reivindicando el papel del periodismo como un pilar de la democracia.
Visiblemente emocionada, dedicó el premio a su madre, Ángeles Núñez, que estaba presente en el teatro.
“Cuando una madre confía en ti desde pequeña es un superpoder que te acompaña toda la vida. Una vida ligada al periodismo, a la necesidad de contar lo que me rodea, aunque a veces sea incómoda o arriesgada. Pero es la vida que he elegido y la que me hace feliz”, confesó Almudena Ariza entre aplausos.
La alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, cerró el acto destacando la coherencia y valentía de la galardonada. “No se nos ocurre mejor premiada que tú, por tu trayectoria y por tu compromiso con la verdad. Necesitamos muchas Almudenas, esas que renuncian a la dictadura del clic para abrazar el rigor del dato contrastado”, sentenció.
La ceremonia terminó con una ovación cerrada que reflejó el respeto y el cariño hacia una periodista, Almudena Ariza, que ha hecho de la verdad su bandera. En tiempos de noticias falsas y ruido digital, Almudena Ariza se mantiene firme, recordando que informar sigue siendo, hoy día, un acto de coraje y una responsabilidad ética irrenunciable.