
Así trata el Sareb, el banco malo, a sus inquilinos en Cádiz
Malvivir entre ruinas en 2025: cuatro familias y nueve menores sobreviven en un edificio que se cae a trozos en Cádiz

En pleno centro de Cádiz, en la calle Javier de Burgos número 19, se levanta una finca que parece detenida en el tiempo. Pero no en el sentido romántico. No es que la vivienda sea del siglo XIX: es que está en estado del siglo XIX.
O peor. “Bienvenidos al siglo XVIII”, dijo al recibirnos Khaoula Ben Kassem, una de las inquilinas. Y no exageraba. Las imágenes grabadas en el reportaje que acompaña esta pieza muestran techos a punto de colapsar, suelos hundidos, paredes desconchadas y escombros por cada rincón. Una visión dantesca que recuerda más a escenarios de guerra que a una ciudad europea en 2025.
La finca es propiedad de la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), conocido como el ‘banco malo’. Esta entidad de capital público y privado fue creada para gestionar activos inmobiliarios heredados de la crisis financiera. Hoy, en esta finca suya en Cádiz, viven cuatro familias. O sería mejor decir malviven. En algunos momentos, conviven hasta nueve menores en condiciones de insalubridad extrema: humedad, cables pelados, paredes abiertas, goteras permanentes y plagas.
En el vídeo que acompaña este reportaje, el plano inicial muestra el acceso a la finca, donde la suciedad y el deterioro no dan tregua. Dentro, aparecen vigas podridas, pilares que no aguantan y boquetes que permiten ver la bañera del piso de arriba desde la planta inferior. Guiados por Abderrazak y Jesús, vecinos de la finca, recorrimos cada rincón del edificio. Fueron ellos quienes nos mostraron los desperfectos más graves, llamaron a otros residentes para que pudiéramos ver el interior de algunas viviendas y, en las zonas sin apenas luz, utilizaron sus propios teléfonos móviles para iluminarnos y permitirnos grabar.
Desde 2010 malvive allí Khaoula con su marido Abderrazak, que reside desde 2005. “Imagínate vivir con niños y personas mayores en estas condiciones. No encuentro palabras para expresarlo”, afirma con la voz quebrada. El relato de los últimos años es un descenso continuo: “Pagábamos alquiler a alguien que no era el dueño. Me embargaron 2.880 euros por eso. Luego empezamos a pagar a Hacienda. El antiguo responsable desapareció y dejó de atender cualquier problema”.
A partir de 2016 comenzaron los verdaderos estragos. “Un día se cayó un trozo de techo. No le dio en la cabeza a mi hija de milagro. Tuvimos que arreglarlo nosotros como pudimos. Cada vez que llueve, hay goteras en todas partes. Y el banco Sareb, en lugar de ayudarnos, nos denuncia por ocupar”.
El caso de Jesús es similar. Vive en el edificio desde 2019 y su diagnóstico es rotundo: “Esto es un caos. Humedades, filtraciones, suelos rendidos. Es insostenible. Nadie se hace cargo”. Según cuenta, la Sareb le ha llevado dos veces a juicio: “Una por usurpación y otra por impago. Pero nosotros no nos negamos a pagar. Queremos pagar un alquiler justo, pero por una casa digna. ¿Quién paga por vivir en una pocilga?”.
Los testimonios van más allá del deterioro físico. Denuncian también el miedo, la inseguridad y el abandono institucional. “No dormimos bien, los niños lloran, no quieren bajar la escalera por miedo a que salgan ratas. Dormimos con la luz encendida porque con la luz apagada salen más cucarachas”, cuenta Khaoula. “En vez de estar pescando en la playa, nosotros estamos en casa pescando ratas”, resume con amargura.
En algunos casos, las filtraciones son tan graves que el agua baja directamente de unos pisos a otros. “En mi cocina no puedo abrir los grifos porque el agua le cae directamente al vecino de abajo. Vive con su mujer, tienen cubos por todas partes”, explica Khaoula. Jesús añade: “La luz se va constantemente. Tenemos que subir el térmico manualmente, con peligro de caída por las escaleras oscuras. Nadie nos escucha. Nadie da soluciones”.
La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (Apdha) denunció públicamente la situación el 4 de junio: “Un informe municipal reconoce riesgo de derrumbe y los menores viven asustados ante la proliferación de ratas e insectos. El miedo es constante y las condiciones de la vivienda son indignas e insalubres. La Sareb prefiere mirar hacia otro lado. Su dejadez no es casual y podría estar propiciando un desalojo encubierto”.
Tras la denuncia de la Apdha, el Ayuntamiento de Cádiz comenzó a actuar. Desde la Delegación de Salud se ha llevado a cabo una desratización y desinsectación y, según fuentes municipales, se prepara una actuación de emergencia estructural: Incluso ha estado en la finca la empresa que tiene el Ayuntamiento para emergencias para retirar los muebles y apuntalar la planta baja, indican fuentes municipales. Paralelamente, se ha abierto un expediente sancionador contra la Sareb, que no ha permitido acceder a un local cerrado en la planta baja necesario para la inspección.
El concejal de Urbanismo, José Manuel Cossi, ha solicitado la mediación del Gobierno central ante la “complejidad de comunicación” con la Sareb, participada en parte por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). “No se trata solo de una actuación de urgencia. Este edificio necesita una rehabilitación completa”, afirma. El Ayuntamiento no descarta el realojo, pero remite la decisión a los informes técnicos.
Tras estos anuncios del Ayuntamiento de Cádiz sobre actuaciones de emergencia, desratización y retirada de enseres, los vecinos afirman que, hasta el momento, las obras no han comenzado realmente y que ninguna administración ha acudido a valorar su situación en persona. “Ni Servicios Sociales ni Procasa han venido a ver cómo estamos”, denuncia Khaoula, con rabia contenida.
Además, cuestionan que ahora se esté rebajando públicamente el nivel de riesgo del edificio. “Dicen que no hay urgencia de realojo, pero el informe técnico dice lo contrario. ¿Esto no es una situación de excepcionalidad?”, se pregunta una vecina. La indignación crece entre quienes llevan años conviviendo con goteras, ratas y vigas podridas mientras las respuestas institucionales siguen llegando tarde, o directamente no llegan.
Khaoula lleva años inscrita en la lista de Procasa. “Estaba en el puesto 16. Ahora me han bajado al 115 porque somos muchos. Me dicen que no tienen casas grandes, que no pueden hacer nada. Pero yo tengo niños. ¿Dónde voy? ¿Dónde me meto?”, se pregunta.
Desde el Consistorio recuerdan que ya se ha actuado junto a Salud y Medio Ambiente, y que el expediente sancionador contra la Sareb sigue en curso mientras se inician las obras de emergencia.
La Sareb calla. Y dentro, familias como la de Khaoula y Jesús malviven sin certezas, sin respuestas, sin descanso.