Científicos andaluces, entre ellos de la UCA, dan la alerta urgente: el Guadalquivir podría sufrir un nuevo desastre ambiental
Carta al Gobierno: expertos advierten que el Guadalquivir podría volver a contaminarse por la mina Los Frailes
Expertos de las universidades andaluzas alertan de las graves consecuencias ecológicas y sanitarias del proyecto de vertido aprobado para la mina Los Frailes. Reclaman una moratoria de forma inmediata y una comisión independiente de evaluación.
Científicos y científicas de las universidades de Sevilla, Cádiz y Granada han enviado una carta al Gobierno de España y a los respectivos organismos responsables de la gestión del río Guadalquivir para advertir del impacto potencialmente devastador que tendría el vertido de millones de litros de aguas con metales y metaloides procedentes de la mina Los Frailes, en Aznalcóllar en Sevilla.
El documento, remitido este pasado 23 de diciembre, señala que el proyecto de Grupo México, adjudicatario de la explotación, se basa en hipótesis técnicas discutibles y podría reproducir un escenario de contaminación similar al vivido tras el desastre minero de 1998.
Según los firmantes —que son todos especialistas en físico-química e hidrodinámica del estuario—, la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) presentada por la empresa no refleja adecuadamente los riesgos reales de dispersión de contaminantes ni sus efectos acumulativos.
Los científicos recuerdan que investigaciones publicadas en revistas internacionales ya han demostrado que el vertido de la mina Cobre Las Cruces, en Sevilla, provocó una contaminación significativa en los sedimentos del estuario, con efectos ecotóxicos demostrados sobre peces, crustáceos y moluscos en las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla.
El grupo académico advierte que repetir ese tipo de prácticas en el Guadalquivir tendría un impacto de enorme magnitud sobre el ecosistema, la economía y la salud pública.
Por ello, reclaman una moratoria inmediata de los nuevos vertidos así como de la creación de una comisión de expertos independientes que analice con rigor las consecuencias socioeconómicas, sanitarias y ambientales de esta actividad extractiva.
La carta se suma a la solicitud ya enviada el pasado 29 de octubre por los ayuntamientos ribereños del estuario y varias entidades económicas, de salud pública y ambientales, que pidieron una entrevista urgente con la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, con el mismo propósito como es suspender cualquier autorización de vertidos hasta contar con una evaluación objetiva e independiente.
Los científicos señalan que el Guadalquivir, uno de los principales ejes ecológicos y económicos del sur peninsular, ya se encuentra bajo una gran presión por la contaminación agrícola, los dragados, la reducción de caudales y la intrusión salina.
A esto se sumaría ahora la amenaza de una descarga masiva de aguas contaminadas que podría alterar de forma irreversible el equilibrio del estuario y afectar tanto a los ecosistemas naturales como a los sectores productivos relacionados al río, especialmente la pesca, el marisqueo y la agricultura.
El impacto invisible decómo los vertidos mineros alteran el agua y la vida del estuario
Los vertidos mineros de cobre, como los que se proyectan en Aznalcóllar, contienen metales pesados y metaloides —entre ellos están el arsénico, cadmio, plomo, zinc y cobre— que pueden permanecer en suspensión en el agua o depositarse en los sedimentos del fondo.
Su presencia altera determinantemente la composición físico-química del estuario y modifica la cadena trófica, afectando desde el fitoplancton hasta los peces y aves acuáticas.
Cuando estos compuestos se acumulan en los organismos vivos, provocan efectos tóxicos crónicos, disminución de la fertilidad, deformaciones y mortalidad temprana.
El ecosistema del Guadalquivir, ya frágil por la presión humana, podría sufrir una pérdida notable de biodiversidad así como de un deterioro en la calidad del agua que lo convertiría en un entorno menos habitable para muchas especies.
Los impactos no se limitan a la fauna ya que estos metales pesados pueden entrar en la cadena alimentaria a través del consumo de productos pesqueros contaminados, generando riesgos directos para la salud humana.
La exposición prolongada a estas sustancias se asocia a trastornos neurológicos, hepáticos y renales, igualmente un aumento en la incidencia de determinados tipos de cáncer.
En términos sociales y económicos, la contaminación del Guadalquivir tendría consecuencias devastadoras para la pesca artesanal, las industrias alimentarias y la agricultura de regadío que dependen del río.
También comprometería la reputación de productos con denominación de origen, como el arroz de las marismas o el marisco del Bajo Guadalquivir, que se trata de pilares del tejido rural andaluz.
Por todo ello, los expertos insisten en la necesidad inmediata de aplicar el principio de precaución y frenar cualquier vertido hasta que una comisión científica independiente evalúe los riesgos reales.
En su carta, señalan que el Guadalquivir no solo es un río: es un símbolo de identidad, sustento y biodiversidad para la zona de Andalucía, cuya protección debería ser una prioridad nacional.