“Desastre” en el transporte público de Cádiz: autobuses que se quedan tirados y sin aire en plena ola de calor
Una mujer se desmayó y otras personas sufrieron síntomas de golpe de calor en buses sin aire acondicionado este martes, el día de más calor del año
En plena ola de calor, el transporte urbano de Cádiz volvió a situarse en el centro de la polémica. Usuarios y partidos políticos denuncian que varios autobuses circularon sin aire acondicionado, provocando un desmayo y poniendo en riesgo la salud de un niño. Tanto el PSOE como Adelante Izquierda Gaditana hablan de “desastre” y acusan al alcalde Bruno García de inacción.
Después de la huelga que protagonizó la plantilla, ahora se han puesto en primera línea todos los defectos y carencias del servicio, marcado sobre todo por la antigüedad de la flota de vehículos, muchos de ellos con más de 20 años de antigüedad.
La jornada del martes dejó imágenes que reflejan el malestar de las personas usuarias de este servicio. Por la mañana, en una línea urbana, una mujer se desmayó por el calor sofocante como denunciaron en redes sociales. Por la tarde, a las 20:30, dos mujeres abanicaban casi desesperadamente a un pequeño en un cochecito que parecía al borde de un golpe de calor hasta que decidieron bajarse del vehículo. Dentro, el aire era irrespirable. No había climatización y la temperatura podría estar, e incluso superar, los 40º C.
El calor extremo de agosto no es el único problema. Según los testimonios, la situación se ha repetido en distintos momentos del verano: vehículos con el aire averiado y, en casos más graves, autobuses que se quedan tirados. Con el de esta mañana, seis vehículos en seis días se han quedado fuera de servicio por averías mecánicas, uno de ellos por un incendio en la zona eléctrica y de cableado.
PSOE: “Es insostenible”
Para el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, Óscar Torres, la situación no tiene otro calificativo que el de “desastre del transporte público”. “Bruno García es incapaz de dar una solución urgente al desastre del transporte público que sufren los gaditanos y gaditanas a diario”, denuncia.
Torres recuerda que muchos de los autobuses superan los 20 años de antigüedad y que la única salida real pasa por licitar un nuevo contrato, algo que, asegura, el alcalde ha vuelto a retrasar.
“Estamos perdiendo un año y medio en trámites mientras los usuarios viajan en condiciones tercermundistas”, advirtió el portavoz del PSOE.
El socialista alertó además de que, incluso cuando se adjudique el nuevo contrato, la llegada de vehículos renovados no será inmediata: “Lo hemos visto con la limpieza: la nueva empresa entró en servicio hace casi dos años y medio y aún se usa maquinaria antigua. Con los autobuses pasará lo mismo. Cada día que pasa sin iniciar el proceso es un día más de un servicio deficiente.”
Adelante: “El servicio se salva gracias a los híbridos”
Desde Adelante Izquierda Gaditana, su portavoz David de la Cruz lamentó que el concejal de Movilidad calificara de “molestias” lo ocurrido: “Que tras desmayos, más de siete autobuses fuera de servicio en una semana y un aire acondicionado que no funciona en olas de calor, el concejal de Movilidad hable de simples molestias, demuestra lo alejado que está de la realidad y lo poquito que ha cogido un autobús público el alcalde y su concejal.”
De la Cruz calificó de “auténtico desastre” la política de movilidad y criticó que el gobierno local haya “frenado el pliego” y paralizado la renovación de la flota mientras subía el precio del billete. “Ahora pagamos más por un servicio peor. Cada vez el transporte es más malo, los autobuses más viejos y el billete más caro”, indica.
El portavoz también reivindicó el papel de los seis autobuses híbridos incorporados por el anterior gobierno municipal y afirma que “son los que están salvando la situación. El problema no es solo lo que no hizo el PP en 20 años, sino que cuando se dieron pasos para renovar, Bruno García lo paralizó.”
Las personas usuarias al límite
Mientras la discusión política se intensifica, miles de gaditanos y gaditanas siguen sufriendo las consecuencias. Las altas temperaturas convierten los viajes en un reto físico y, en casos extremos, un riesgo para la salud. Los sindicatos ya habían alertado de que las condiciones afectan tanto a pasajeros como a conductores, que trabajan en vehículos sin climatización adecuada.
La percepción de un “desastre” no es solo por el calor: las averías frecuentes, la falta de inversión en la flota y la incertidumbre sobre cuándo llegarán los nuevos autobuses dibujan un panorama complicado para un servicio que debería ser esencial.