¿En qué año bajará Cádiz de los 100.000 habitantes? Tres escenarios según su progresión demográfica
Los datos del INE y las tendencias auntan a que Cádiz se aproxima a un hito demográfico que cambiará su financiación y su estructura urbana
Cádiz capital lleva perdiendo población desde mediados de los años 80. Lo que comenzó como fluctuaciones puntuales terminó convirtiéndose en una tendencia irreversible: la ciudad ha pasado de rozar los 158.000 habitantes en 1981 a los 110.123 vecinos con los que arranca 2025, según el último dato oficial del INE.
La pregunta que se hace hoy la ciudad ya no es si bajará de los 100.000 habitantes —algo que implicaría un cambio administrativo y financiero de enorme impacto—, sino cuándo ocurrirá. Para responderla, este medio ha analizado la evolución demográfica de Cádiz a través de tres escenarios distintos, construidos a partir de su tendencia reciente, su trayectoria histórica y la pérdida real de habitantes reflejada en los padrones oficiales.

Este gráfico es clave: muestra una caída continuada durante más de cuatro décadas sin ningún periodo estable de recuperación. Incluso en los años de repunte económico nacional, la capital gaditana no consiguió revertir el descenso.
Cómo se ha calculado la proyección
Para responder a la pregunta clave de cuándo caerá Cádiz por debajo de los 100.000 habitantes no basta con mirar un único dato del INE. En demografía, una cifra aislada no explica nada; es la velocidad del cambio la que permite anticipar hacia dónde va una ciudad. Por eso, el análisis se ha centrado en identificar el ritmo al que Cádiz pierde población y en proyectar ese movimiento hacia el futuro.
Lo primero fue fijar el punto de partida: 110.123 habitantes en 2025, la cifra oficial con la que la ciudad comienza el año. El siguiente paso consiste en medir cuántos habitantes tendría que perder la capital para situarse por debajo del umbral simbólico y administrativo de los 100.000 vecinos.
Son 10.123 habitantes, una distancia que puede parecer amplia, pero que, a la vista del comportamiento demográfico de la ciudad en los últimos años, está mucho más cerca de lo que muchos podrían pensar.
A partir de aquí, el método es comparable a medir la trayectoria de un tren: si sabemos cuántos kilómetros recorre cada hora, es sencillo calcular cuándo llegará a su destino. En este caso, la velocidad es el número de habitantes que Cádiz pierde cada año.
Para obtener ese ritmo, se han analizado tres periodos distintos —la última década, el último año y las dos últimas décadas— porque cada uno ofrece una fotografía diferente del fenómeno: la tendencia de fondo, la coyuntura más inmediata y la perspectiva histórica de largo recorrido.
En el primer escenario, se toma como referencia la pérdida media anual de los últimos diez años. En el segundo, se observa únicamente lo sucedido entre 2024 y 2025, un periodo que muestra una desaceleración del descenso. El tercero amplía el foco a los últimos veinte años, un marco que incorpora los periodos de mayor caída demográfica de principios de los 2000.
En todos los casos, el procedimiento es el mismo:
se divide la población que aún tiene que perder Cádiz entre la pérdida media anual del periodo analizado. El resultado indica cuántos años tardaría la ciudad en cruzar la barrera de los 100.000 habitantes si continúa evolucionando al mismo ritmo.
Los tres modelos no son predicciones exactas —la demografía nunca lo es—, pero sí permiten trazar una horquilla razonada que sitúa ese momento crítico entre 2034 y 2038. Una ventana temporal de apenas cuatro años que confirma que la decadencia demográfica de Cádiz no es un fenómeno pasajero, sino una tendencia firme que, si no se revierte con políticas efectivas, marcará el futuro inmediato de la ciudad.

La proyección no es solo un ejercicio numérico: anticipa un cambio profundo en la estructura urbana y social de Cádiz. Una caída por debajo de los 100.000 habitantes tendría efectos reales en la financiación pública, pero también en la percepción interior y exterior de la ciudad.
Menos población significa un tejido social más envejecido, una presión económica diferente y nuevos desafíos para servicios como el transporte, la vivienda o la sanidad, pero sobre todo, dejar de ingresar unos 40 millones de euros. Por eso, la fecha en la que se cruce ese umbral no es un detalle estadístico, sino un indicador de la transformación que Cádiz afrontará en la próxima década.