La crónica de Vera Luque del Cádiz-Osasuna: Estropeadores de despacho

Canción recomendada de hoy: Los idiotas de Calle 13. Búsquenla y escúchenla con calma. La letra es densa pero brillante. No vengo a referirme a tan chocante título por la cara que se nos está quedando últimamente a la finalización de los partidos cadistas, que podría ser, pero no. Más bien la canción describe a ese personaje, que bien podría ser el gachón que ayer se sentaba a los mandos de ese artilugio demoníaco capaz de sacar las peores vibras del ser humano futbolero: el VAR.
En el fútbol, deporte pillo, juego nacido para el engaño, deberían mandar los reyes de la calle, del potrero, de la plazoleta, esos que desde chiquitos esconden la pelota, y con un movimiento de cadera desequilibran a su semejante, esos que miran hacia un lado, despistan, y envían la bola al otro, esos que usan esa superficie del pie inédita, para enviar el balón a la coordenada exacta. Cuando a estos rapsodas peloteros les crece la tripa, y las rodillas le fallan por mor de la edad, buscan su sitio en los vestuarios o en las cabinas de prensa, pero que mala suerte que nunca ocupan los mandos del VAR, y aplican al juego las normas no escritas.
Esos sitios de poder, bien en los despachos, bien en las judicaturas sobre el césped o desde el laboratorio, están ocupados por señores que nunca fueron habilidosos con el balón, pero sí con los negocios o con los escritorios. Por eso toman decisiones cuadriculadas, ausentes de magia, ajenas a esa plazoleta en la que sus habilidades futboleras nunca aparecieron. Y acaban reinventando el deporte a sus antojos onanistas, fabricando maquinitas que contabilizan estadísticas, o imponiendo el VAR, ese maldito objeto de brujería, que tanto porsaco nos está dando últimamente, tanto en Vigo como en casa.
Y al manejo del VAR, un aburrido acólito de los jerifaltes del balón, que empachado de reglamento y hambriento de calle, es capaz de decirle al árbitro del césped que lo de Momo es mano, aplicando una suerte de lógica booleana en la que si da, es mano, si no da, no. Omitiendo cualquier atisbo de juego, y obviando la lógica de la plazoleta que es la lógica que cualquier criaturita conoce a la segunda vez que corretea tras una pelota. Semejante matraca, capaz de ponerse en chandal o calzonas para estar delante del televisor para contentar a la producción televisiva, decide sobre esto. Sobre los equipos, sobre los puntos en juego, con afán de Juez Supremo, en descarado complot con el árbitro que está en el césped 600 kilómetros más al Sur. Quieren ser protagonistas, y lo consiguen. Y también de la canción que te dije. Escúchala.
También, ¿Por qué no decirlo? Vivimos en un fútbol orwelliano, donde el Gran Hermano te vigila, y te apunta en una lúgubre libreta cuando te sales del tiesto en alguna de esas declaraciones post-partido, impregnadas de censura implícita. Se lo pregunten a Cervera. No sólo este deporte anda corrompiéndose por días, sino que es necesario que no se hable de ello. Y ahí andan nuestras huestes de despacho, quejándose por los comentaristas de DAZN pero haciendo comunicados inocuos cuando el escándalo arbitral ya pasa los límites del bien y los límites del mal. Cierto que alguna protestita ha caído en tiempos pretéritos, pero resultó como atacar a King Kong con un tirachinas. Derecho al pataleo y poco más.
Mientras el politburó cadista se afana porque una revista que usted lleve en el bolsillo no cruce el umbral del Mirandilla, en las sedes federativas resuenan las carcajadas a costa nuestra. Los comunicados por las redes sociales están bonitos, pero estas cosas me da que son más efectivas con un portazo por dentro en el despacho adecuado, encender un cigarro y preguntarle al inquilino del despacho capitalino, “oye Fulano, ¿qué pasa con nosotros?”. Así lo mismo hoy hubiera podido jugar Chust después del chiste de la tarjeta roja en Vigo, o incluso hubiéramos evitado la tremenda vergüenza copera, (o al menos aplazarla) hasta que no se jugara en un campo de fútbol y no en el Pantano de los Hurones. Si quieren protestan con un comunicado oficial, protesten. Yo soy más partidario de colarme en el Palacio correspondiente sin cita previa y protestar in situ, y ya de paso, comprobar si en el WC de la Federación usan los comunicados como papel higiénico. Que no me extrañaría.
Aparte de la puñetera polémica, que ya empieza a ser un copia y pega, un poquito de fútbol-fútbol: el equipo no se ha escondido. Las cosas como son. Debe ser frustrante que te rompan los planes de la forma que lo han hecho, y que cuando parece que sacas la cabecita, te den con el mazo. Pero habiendo lo que hay, hoy no se les puede castigar sin cenar. Pizza para todos, os la habéis merecido, chavales. Que se cometen errores, normal. Pero al menos no existió la desidia. Si Momo emboca la última, ahora estaríamos de cachondeati con el penaltito de marras. Pero no es quien tiene las habilidades rematadoras, por eso es el quinto central del Cádiz. Demasiado.
Extraño cuando menos el cambio de Chris y de Alejo, cuando estaban siendo de lo mejorcito, sobre todo el extremo, al que le han transplantado el pie derecho de Beckham, y por lo visto lleva una temporadita leyendo a Paulo Coelho porque se le ve más centradito. Que siga así que es bueno para él, y para toda la peña. Sea por lo que fuera, aún así se pudo ganar. Antes de las uvas quedan dos papeletas gordas para romper el maleficio. Santa Claus haz un milagro, o me veo cerrando la baraja del 23 a dos velas, por favor.