La delicada situación de los 1.500 animales del zoo de Castellar

El zoo de la localidad gaditana de Castellar de la Frontera, que reabrió sus puertas el pasado mes de febrero tras meses y meses cerrado debido a la pandemia de coronavirus, no para de pedir ayuda para para alimentar a sus 1.500 animales ante las pérdidas motivadas por el coronavirus.
Pese a que ya se puede viajar entre los municipios de la provincia de Cádiz, aunque con excepciones según las últimas medidas de la Junta, la situación no es la más favorable y no se acaba de ver la luz.
Al poco tiempo de reabrir, ya en marzo, se produjeron cuatro días de fuertes lluvias, lo que provocó que las visitas brillaran por su ausencia. "El temporal nos ha hecho mella en nuestras instalaciones del centro. Gracias a dios que todos los animales están a salvo", publicaban los responsables del zoo a través de las redes sociales.
Llovía sobre mojado. Y es que el zoo de Castellar de la Frontera ha lanzado en lo que va de 2021 varias señales de SOS. La petición de ayuda va encaminada para los animales del centro, rescatados, como muchos sabrán, del mercado ilegal.
El zoo de Castellar no es un zoo cualquiera. Se trata más bien de un centro de rescate que realiza una importante labor para cuidar a los animales exóticos procedentes del mercado negro.
Esta iniciativa privada abierta al público en 2002, ofrece a los ejemplares rescatados una segunda oportunidad y a los visitantes la posibilidad de conocer un zoo diferente, familiar y cercano. Y todo dentro de un enclave espectacular como es el Parque Natural de los Alcornocales.
Entre sus ejemplares destacan tigres de Bengala, leones, ocelotes, gibones, lémures, pitones, cocodrilo del Nilo...
Poco a poco han ido llegando donaciones de diferentes personas y colectivos, pero están resultando insuficientes. Ya se sabe que la sombra del coronavirus es muy alargada.
Los más de 1.500 animales del zoológico están hambrientos. Solo se alimentan gracias a las ayudas voluntarias que reciben.
"Tenemos 1.500 animales y la alimentación diaria conlleva un gasto brutal. Este es el principal problema", se ha explicado desde la dirección.
La falta de visitantes, la limitación de los aforos y las restricciones contra el coronavirus también está afectando a la actividad social de los animales, acostumbrados a relacionarse con personas.
En este centro de rescate, que lleva muchos años rescatando, criando y amando a animales procedentes del mercado ilegal, no se quiere ni pensar en el cierre definitivo si las cosas vuelven a complicarse. Y es que no son buenos tiempos para nadie... ni para los animales.