La tarde en que el ave del Edificio Fénix se vino abajo

He perdido la cuenta de las veces en que al pasar por el edificio del Fénix, tanto mis hermanos como yo, preguntábamos a mi padre que ocurrió el día que esa figura de más de mil kilos cayó desde una altura tan grande. Y mi padre con esa paciencia que Dios le ha dado nos lo explicaba una y otra vez ante nuestras picaronas risas hasta que se dio cuenta y aquella larga explicación la terminó reduciendo al boquete tan grande que debió hacer al caer.
Han pasado nada más y nada menos que 38 años de aquella tarde en que pudo haber ocurrido una auténtica tragedia.
Seguro que a muchos de los que a esa hora almorzaban tranquilamente en sus casas, se les atragantó lo que estaban comiendo ante el enorme estruendo que debió escucharse cuando la figura que corona el Edificio Fénix se venía abajo. Eran las cuatro menos veinte de la tarde del 11 de mayo de 1979. El viento de Levante soplaba con fuerza, tanta como para arrastrar mil trescientos kilos de peso desde una altura de cincuenta metros. Ninguna tontería.
La actividad de la banda terrorista ETA por entonces está en pleno apogeo. Los atentados están a la orden del día y de hecho solo desde primeros de año hasta el mes de mayo, son cerca de treinta las personas asesinadas. Por lo que ya pueden hacerse una idea de lo sensibilizada que está la sociedad y el temor que sienten ante cualquier mínimo incidente. Cuando escuchan el estruendo que produce el ave al caer contra la calzada, lo primero que piensan muchos es que se trata de una bomba.
Nada más lejos de la realidad, es el fortísimo temporal de viento el único responsable de que la figura se precipite provocando el enorme susto.
Sin embargo, lo que más nos llama la atención es que lo único que hace es destrozar la marquesina que por entonces existía para la parada de la línea de autobuses. Incluso el 141 donde viajaban unas doce personas, se ve dañado. Pero a ninguna de ellas les pasa absolutamente nada. Si es cierto que existen, podríamos hablar de un milagro en toda regla.
A los pocos minutos y en medio de un más que visible alboroto con la aparición de un buen número de curiosos, algún que otro llanto y el impactante testimonio de las pocas personas que lo han presenciado, los bomberos y la policía llegan hasta allí dispuestos a retirar la figura del ave del Banco Banesto colocado en un edificio que durante un tiempo pudo presumir de ser de los más altos de Andalucía.
No hay que esperar mucho para volverlo a ver allí. Un año y dos días después de aquel susto, el Ave Fénix renace de sus cenizas y vuelve al edificio en una aparatosa y dificultosa instalación a causa de su gran tamaño. Y ahí sigue, divisando nuevos temporales, de viento y de agua y disfrutando seguro de la magnífica estampa que de nuestra ciudad le regala su privilegiada situación.