Otro recuerdo más para Cádiz: liquidación por jubilación en Amalia

Actualizado:

Adiós a otro clásico. Si días atrás se hacía público que el Bar Terraza cerrará sus puertas el próximo mes de septiembre en la plaza de la Catedral, de forma paralela se ha sabido que Amalia, la tienda de lencería más peculiar del mundo, ubicada en la calle Libertad, en las inmediaciones del Mercado de Abastos, dice también adiós. Otro recuerdo más...

Sujetadores, bragas, camisetas interiores... son términos muy vinculados a la tienda de Amalia, que se jubila. "Que ya me tocó", anuncia con su habitual arte en un vídeo que ha compartido sus redes sociales y en el que explica que su cumpleaños es el 26 de julio, por si alguien le quiere llevar una tartita, y que estará en la tienda hasta el 31 del mismo mes.

Amalia Martín es de sobra conocida como Amalia la de las bragas, un sobrenombre que se ha ganado a pulso tras estar alrededor de 40 años tras el mostrador.

En su pequeña tienda, de unos 20 metros cuadrados, se puede encontrar todo tipo de ropa interior. Y si las paredes hablaran tendrían mucho que decir...

BONITO HOMENAJE CON PALABRAS

Francisco Jordi Sánchez publicaba hace unos días en Facebook este bonito guiño a Amalia al saber de su jubilación:

"Amalia tiene tienda y consulta de lencería en la calle Libertad, junto al mercado central de abastos de Cádiz.

Amalia viste a Cádiz por dentro, desde hace más de 40 años, y por su tienda pasan, y han pasado, varias generaciones de gaditanos de todo tipo y genero: ricos y pobres, altos y bajos, feos y guapos, listos y torpes, a surtirse de: calzones, bragas, sujetadores, calcetines y medias varias.

Desde el Obispo Arbolí, pasando por Fermín Salvochea, D. Emilio
Castelar, la abuela paterna de Pemán, la cuñada de Paco Alba, Doña Teófila madre, Kichi padre, el pescadero Luis, y Manuel el de los Erizos, la prenda interior, es algo que nos iguala en un comunismo estalinista, nos guste o no a todos los mortales.

La tienda de Amalia, tiene a posta, las dimensiones interiores de un confesionario, entran dos y apretujados, y si eres gordo, solo uno, por lo que toca esperar turno fuera de la tienda, para cuando te toque cogiendo la vez.

El variado muestrario yace a falta de escaparate, colgado en la fachada y toldo, por lo que ya te vas haciendo composición del surtido, y mientras, si te puede la impaciencia, te pides unos churros en La Marina, que a todo te da tiempo.

Como digo, las dimensiones del mostrador permiten el trato íntimo directo con ella, sin enterar a la vecindad del color y marca de calzones que utilizas, o qué modelo de tanga o picardía de encaje prefieres.

Amalia, al Ave Purísima de la entrada en tienda, te hace un chequeo escáner con los ojos, como buena flamenca que es, porque Amalia es flamenca de Cadi Cadi, por si ustedes después de 40 años no se habían dado cuenta, y te saca la talla de sostén con copa o sin ella, sin que tú se lo digas, y sabe por el gesto de tu cara, si quieres bragas de cuello alto color negro, o un tanga rojo, porque Amalia sabe como viste Cádiz en sus adentros, y si por atrevimiento pides tú la talla, contradiciendo la de ella, y te equivocas; vas perdido, mala suerte amigo mío, te pones el calcetín con ligero al medio muslo, y asunto solucionado, porque Amalia es muy limpia y no admite devoluciones, es lo que hay, bien clarito lo deja en una viñeta cartel que tiene en la entrada.

Amalia va con los tiempos y tiene su ordenador en la tienda, pero no es para la contabilidad ni la caja, ni leche en vinagre, el ordenador es para bajarse de Youtube la música que le gusta: rumbita española, flamenco moderno, al Carrasco y al Bisbal, y bajando y subiendo de las escaleras del estante, te hace un baile del ballet Zoom, con movimiento de caderas, digno de la mejor coreografía de Broadway, sin dejar de mascar chicle, o sea que con este ambiente, y a ritmo del tres por cuatro, se lleva Concha con 80 años un braguero rojo y un picardía de tul, cuando se iba a llevar unas cómodas bragas de cuello alto de la talla 56, y veremos a ver, quién amarra al marido de Concha, cuando la vea aparecer por el pasillo del dormitorio esta noche.

Amalia suma las cuentas a la vieja escuela, y se ajustan ante tus ojos, en el papel de envolver que te llevas, o en el ticket del ORA, si está a mano, que para eso Amalia es pura calculadora.

Porque Amalia es inteligente, Medica internista, Psicóloga, coreógrafa, y tiene gracia, porque la tiene sin esfuerzo, pero no es graciosa, no confundan.
Amalia sabe más de la vida de los gaditanos que el párroco de San Lorenzo en su confesionario.

Amalia se jubila, y se jubila sin previo aviso, que es lo más grave, dejando encuero, sin bragas ni gayumbos a fenicios y beduinos, así como a medio barrio de la Viña y a otro cuarto del Pópulo, con el agravante de no dejar descendencia al cargo, ni traspaso que valga.

Desde el asalto del Conde de Essex, en 1596; que desapareció la ciudad, no ha sufrido Cádiz mayor desastre.

Me alegro mucho por ella, de todo corazón; ella lo sabe, pero siento que hay un Cádiz que se nos está muriendo lentamente de forma irreversible, el de una forma de vida distinta, la esencia de una ciudad, que ya no conoceremos igual".