Un buen Cádiz CF cae por su fragilidad defensiva ante la pegada del Racing de Santander
El equipo de Garitano firma uno de sus mejores partidos del curso, pero vivió una cruel resolución. Desquiciante arbtraje para ambos equipos
El Cádiz CF cayó derrotado en un partido tan vibrante como frustrante. Volvió a firmar muchos minutos de muy buen fútbol, generó ocasiones para sentenciar cuando tenía ventaja y mostró una mejoría evidente en producción ofensiva.
Pero su fragilidad atrás, un problema que se agudiza sin Kovacevic, un Racing con una pegada descomunal y un arbitraje desesperante acabaron por inclinar un duelo que el Cádiz tuvo en sus manos. El 2–3 final castiga a un equipo que jugó para más, pero que sigue concediendo demasiado para aspirar a resultados mayores.
El duelo, como se advertía en la previa, enfrentaba dos equipos con identidades muy marcadas. El Racing acudía al Nuevo Mirandilla con dos caras muy diferenciadas: una pegada brutal arriba, capaz de convertir en oro cualquier llegada, y a la vez una debilidad evidente atrás, donde concede espacio, metros y ocasiones con facilidad.
El partido iba a caer del lado que mandara en las áreas… y esa fue la clave: el Racing fue más contundente cuando le tocó rematar.
El Cádiz, por contra, firmó uno de sus mejores encuentros del curso, quizá el mejor en cuanto a continuidad ofensiva, pero volvió a necesitar demasiado para marcar. Y volvió a encajar con excesiva facilidad. El 3–1 que falló Dawda a puerta casi vacía, justo antes del descanso, terminó siendo una jugada decisiva.
Gaizka Garitano no dudó en apostar por la fórmula que dio resultado en El Arcángel: mismo once, misma idea, misma estructura, con la única modificación obligada por la grave lesión de Kovačević (que aún se desconoce el alcance exacto). El resto, idéntico. El equipo había mostrado solidez, presión, verticalidad y convencimiento, y el técnico quiso prolongar esa inercia.

El arranque, sin embargo, fue un susto: al minuto, el Racing estrelló un balón en el palo. Pero el Cádiz reaccionó pronto, quiso el balón, aceleró en campo contrario y encontró el camino al gol. Jorge Moreno activó una basculación rápida, De la Rosa recibió y cambio de ritmo con verticalidad para filtrar un pase extraordinario para Dawda. El delantero, aunque no controló del todo bien, batió al meta con determinación. Verticalidad y 1–0.
El segundo llegó pronto: robo de Roger, envío al espacio, carrera imparable de De la Rosa (que parece haber dado un pasito al frente), pase atrás, Dawda remata pero se encuentra con el portero y definición del propio Roger para firmar el 2–0 con la pausa que tanto se echa en falta en su versión cadista.
A partir de ahí, el partido empezó a escaparse por un detalle tan simple como determinante: el Cádiz perdió el control de la medular. El Racing interpretó mejor esa zona, se hizo fuerte desde su superioridad numérica en esa zona y encontró vías constantes para llegar al área. Esa pérdida de equilibrio no la corrigió Garitano, que solo realizó tres cambios pese a que el partido parecía pedir refuerzos interiores.
Un empate ante el segundo clasificado hubiera sido un resultado más que razonable. Y más después de ir 2–0. Pero los amarillos no supieron asegurar esa versión más pragmática que pide el fútbol cuando no se puede ganar. Esta vez, el equipo pagó carísimo cada concesión.
El análisis numérico deja también una evidencia: el problema recurrente del pase. De nuevo, el Cádiz acabó con menos del 70% de acierto, lo que significa que uno de cada tres envíos se pierde. Un dato incompatible con controlar partidos, con mantener ventajas y con sostener el ritmo competitivo ante rivales de alto nivel.
Un arbitraje desquiciante para todos
El otro gran condicionante del partido fue el colegiado. Su actuación desesperante marcó el desarrollo, el ritmo y el estado emocional del duelo. Dos acciones idénticas con sanciones distintas, amarillas mostradas sin criterio aparente, otras perdonadas pese a ser más claras y un manejo general que irritó a grada, banquillo y jugadores de ambos equipos.
El colegiado se puso un listón para las tarjetas que fue incapaz de mantener y cambió su propio criterio, cortó el juego constantememte y acabó perdonando, ya en la primera parte, la segunda amarilla a Íñigo Vicente y luego se atrevió a mostrársela a Roger.
El Cádiz, pese a todo, se mantuvo en el partido. Pero la sensación de caos arbitral pesó en la dinámica del encuentro.
El encuentro se descontroló alrededor de la media hora. Tras doble ocasión del Cádiz (la ya mencionada de Dawda y un cabezazo de Jorge Moreno que rozó el palo), el Racing respondió con un mano a mano salvado por Víctor Aznar. Entre medias, más decisiones arbitrales que desconcertaron al estadio.
La prolongación fue una montaña rusa de sensaciones. En los primeros compases de este tiempo, Dawda falló de manera inexplicable un remate sin portero tras un buen centro de Climent. El delsntero mauritano la echó fuera a puerta vacía dentro del área pequeña.
Y luego, el Racing tuvo otra clarísima, de nuevo de Andrés. El delantero le ganó la espalda a la zaga y ante la llegada de Recio disparó en el mano a mano ante Víctor Aznar, que salvó el empate.
El Racing impone su pegada y el Cádiz se desordena
La segunda mitad volvió a empezar torcida: ritmo irregular, interrupciones constantes y un árbitro que pitaba todo. El Racing creció por insistencia y por talento, mientras el Cádiz generaba peligro esporádico. Roger rozó el tercero en un remate que Ezkieta sacó milagrosamente a la salida de un saque de esquina.
En medio del intercambio, los visitantes encontraron el empate con una acción de altísima calidad y poca contundencia cadista: Maguette levantó la cabeza en la frontal, picó para Íñigo Vicente, este prolongó de cabeza y Andrés Martín enganchó una volea imposible. El Racing volvía a demostrar que necesita poquísimo para marcar.
Y el Cádiz, en cambio, había desperdiciado el 3-1 varias veces.
Garitano buscó velocidad en banda con Tabatadze y Efe, pero olvidó que el partido se estaba perdiendo en el centro del campo. Ahí estuvo el nudo que no se atrevió a deshacer: la entrada de Álex Fernández parecía la decisión natural para reforzar la zona más vulnerable. No llegó. Y el Racing continuó atacando con comodidad.

Aun así, antes de ser sustituido, Brian Ocampo firmó una acción que pudo ser decisiva: su disparo salió lamiendo la escuadra. El uruguayo, eso sí, parece haberse engachado.
El Cádiz se lanzó a por el triunfo en los últimos minutos. Tuvo llegadas, centros, empuje e intención, pero ninguna ocasión clara. Y en una contra de libro, Andrés Martín, otra vez, mató el partido y la esperanza amarilla.

La derrota deja al conjunto gaditano en la zona media, noveno provisionalmente y pendiente del resultado del Ceuta. Una oportunidad desperdiciada para consolidarse arriba. El Cádiz CF no gana en casa desde el 12 de octubre, justo antes de que volviera a hablarse de la salida a bolsa de Nomadar.
Casualidades de la vida. Y del fútbol.