El mito prohibido de la yamauba, la mujer que los japoneses temían encontrar en las montañas
De diosa a demonio: el oscuro origen de la yamauba, la bruja más temida de Japón
En el amplio universo del folclore japonés, pocas figuras condensan tanta fascinación y ambigüedad como la yamauba —también conocida popularmente como yamamba o yamanba-.
Esta criatura mítica, mitad bruja y mitad deidad ancestral, habita en las montañas y encarna tanto el miedo al aislamiento o la soledad como la reverencia hacia la naturaleza. Su presencia, oscilante entre lo sagrado y lo monstruoso, ha perdurado durante siglos, transformándose según las sensibilidades de cada época.
El término yamauba, literalmente “vieja de la montaña”, comenzó a popularizarse durante el periodo Muromachi (entre 1336–1573). Pero su raíz simbólica es mucho más antigua: relatos como el Konjaku monogatarishū ya hablaban de ancianas con poderes sobrenaturales que vivían apartadas en los montes.
Con el tiempo, estas narraciones se consolidaron como un topos cultural donde la montaña se convierte en escenario de lo sobrenatural, frontera entre el mundo de los vivos y el de los espíritus.
Durante los siglos XIV y XV, la expansión económica y la movilidad por las regiones rurales en Japón favorecieron la difusión de leyendas sobre estas mujeres solitarias. En una sociedad cada vez más estructurada y patriarcal, la imagen de una mujer libre, sin lazos familiares ni jerarquías, se transformó rápidamente en una fuente de temor y fascinación.
Entre la diosa y la bruja: la dualidad de la yamauba
La yamauba es, ante todo, una figura ambivalente. En algunos relatos, es una protectora que auxilia a viajeros que están perdidos o cuida a niños abandonados. En otros, aparece como una devoradora de humanos que engaña con su apariencia cambiante. Esta oscilación entre lo maternal y lo destructivo refleja un arquetipo universal como es el de la diosa madre que da y quita la vida.
A diferencia de los oni —como son los demonios tradicionalmente masculinos—, la yamauba posee atributos divinos y femeninos. Algunos estudiosos, como Komatsu Kazuhiko, la describen como un arquetipo híbrido, situado entre lo divino y lo monstruoso, una manifestación del poder femenino que no se somete a los límites sociales.
En la amplia cosmovisión japonesa, la montaña es un espacio liminal: allí confluyen lo humano y lo divino, lo civilizado y lo salvaje. Por ello, la yamauba no solo es una habitante del monte, sino su encarnación simbólica.
Obras clásicas como la pieza de teatro Noh Yamanba la presentan entonando cantos sobre la montaña como lugar de penitencia y tránsito entre mundos.
La asociación entre vejez, marginalidad y poder espiritual también se refleja en leyendas como la de Obasute-yama, que narran el abandono de ancianas en los montes. Estas historias sirvieron de caldo de cultivo para una figura que encarna tanto el miedo a la exclusión como la sabiduría ancestral.
La yamauba como símbolo de resistencia femenina
Desde la perspectiva contemporánea, la yamauba ha sido reinterpretada como una figura de resistencia frente a las estructuras patriarcales. Al vivir fuera del mundo social (sato), simboliza la independencia femenina frente a las obligaciones existentes del matrimonio o la maternidad.
En los siglos medievales, cuando las mujeres fueron progresivamente confinadas al ámbito doméstico, las leyendas sobre yōkai femeninos como la yamauba reflejaron ese malestar colectivo.
Esta lectura feminista moderna ha permitido revalorizar su imagen como símbolo de autonomía y sabiduría marginal. Lejos de ser solo una amenaza, la yamauba representa la libertad de aquellas personas que se atreven a habitar los márgenes.
A pesar del paso del tiempo, la figura de la yamauba no ha desaparecido. En la cultura popular contemporánea, aparece en mangas, animes y hasta en subculturas urbanas como las yamanba gyaru, jóvenes que reinterpretan su estética exagerada y muy rebelde. Esta reapropiación evidencia la capacidad del mito para adaptarse y reflejar las tensiones sociales actuales.
Más que una simple bruja del folclore, la yamauba es un símbolo multifacético como es el de la madre, monstruo, diosa y rebelde. Representa la frontera entre lo humano y lo sobrenatural, lo femenino y lo salvaje, lo temido y lo venerado.
En su eterna ambigüedad reside su poder que es el de recordarnos que los límites entre el bien y el mal, lo bello y lo terrible, son tan difusos como las nieblas que envuelven las montañas del Japón.