Submarinista buceando entre las ruinas de Samabaj.
Recreación de Samabaj.

La 'Atlántida maya' existe, el increíble secreto que esconde el lago Atitlán en Guatemala

La “Atlántida maya” existe: el increíble secreto que esconde el lago Atitlán en Guatemala

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Bajo las aguas tranquilas del lago Atitlán, en el altiplano de Guatemala, yace uno de los hallazgos sin dudas más sorprendentes de la arqueología mesoamericana como es la ciudad de Samabaj, una antigua ciudad maya del Período Preclásico que permaneció oculta durante siglos.

Su descubrimiento no solo ha reconfigurado la comprensión sobre los asentamientos lacustres prehispánicos, también ha servido para reavivar el eterno mito de las civilizaciones perdidas, evocando inevitablemente a la legendaria Atlántida.

La historia de Samabaj comenzó a mediados de la década de 1990, cuando el buzo guatemalteco Roberto Samayoa Asmus estaba realizando una inmersión recreativa en el lago de Atitlán.

Durante una de sus exploraciones, halló una vasija semienterrada entre las rocas del fondo. Intrigado por el hallazgo, siguió buceando cada fin de semana hasta descubrir estructuras de piedra perfectamente alineadas, plataformas y una columna de basalto que sugerían una posible intervención humana.

En el año 1998, Samayoa informó oficialmente el sitio al Instituto de Antropología e Historia de Guatemala y lo bautizó con el nombre de Samabaj, una combinación de su apellido y el término “baj” (piedra en kaqchikel).

Un año después, el arqueólogo Benítez encabezó el primer estudio formal, que confirmó que se trataba de un asentamiento prehispánico que estaba cuidadosamente planificado, con plazas, patios y plataformas distribuidas de forma jerárquica.

Samabaj, una isla sagrada antes del hundimiento

Antes de quedar sumergida, Samabaj se encontraba sobre una pequeña isla en la orilla sur del lago, frente a las faldas del volcán Atitlán. El área del asentamiento se extendía unos 477 metros de norte a sur y 340 metros de este a oeste, con sectores muy bien diferenciados para actividades ceremoniales y residenciales.

Los investigadores identificaron que la ciudad estaba dividida en dos zonas por un canal natural, sugiriendo un complejo sistema de ocupación adaptado a las condiciones del entorno.

Los espacios ceremoniales se hallan hoy a unos 13,5 metros de profundidad, mientras que las viviendas y estructuras domésticas descansan entre -aproximadamente- 17,5 y 21 metros bajo la superficie.

Los análisis indican que durante la ocupación humana el nivel del lago era entre 27 y 30 metros más bajo que el actual. Un repentino ascenso de las aguas, ocasionado posiblemente por actividad volcánica, tectónica o lluvias extremas, habría provocado la desaparición repentina de la isla, sin dar tiempo a una evacuación que resultara más planificada.

Las exploraciones subacuáticas han revelado una sorprendente cantidad de vasijas, figurillas, herramientas y objetos rituales. Muchos de ellos pertenecen al Período Preclásico Tardío (300 a.C.–300 d.C.), y presentan claras similitudes con la cerámica de Kaminaljuyú, uno de los grandes centros del altiplano guatemalteco.

Entre los objetos más notables destaca una estela de basalto ubicada sobre una plataforma, evidencia de la presencia de una élite religiosa o política. Aunque no se han encontrado inscripciones jeroglíficas, la disposición de estas estructuras y la naturaleza ceremonial del sitio indican que Samabaj era más que una aldea: era un centro ritual con influencia en la región.

El excepcional estado de conservación del lugar —que está protegido por las aguas— ha permitido que los objetos se mantengan prácticamente intactos, ofreciendo una visión inédita de la vida cotidiana pero también de la parte ceremonial de los antiguos habitantes del lago.

Samabaj, la “Atlántida maya”

A menudo descrita como la “Atlántida de los mayas”, Samabaj comparte con el mito griego algunos de los ingredientes que alimentan la imaginación como sería el de una civilización avanzada, una isla próspera y un cataclismo natural que la sella para siempre bajo el agua.

No obstante a diferencia de la Atlántida, Samabaj es una realidad arqueológica tangible que combina mito, ciencia y memoria cultural.

Su estudio ha permitido entender cómo las sociedades preclásicas se adaptaron a entornos lacustres y cómo los cambios ambientales influyeron decisivamente en su destino. Más aún, ha impulsado el desarrollo de la arqueología subacuática en Guatemala, disciplina que hasta hace poco era incipiente en esta región.

Desde el año 2007, las investigaciones sistemáticas, con apoyo de la Fundación Reinhart, han ampliado el conocimiento sobre el sitio y sus niveles de ocupación.

En paralelo Samayoa impulsó la creación del Museo Lacustre de Panajachel, donde se exhiben los hallazgos recuperados del fondo del lago y se promueve la conciencia sobre la importancia de proteger este patrimonio.

Pero el futuro de Samabaj enfrenta riesgos, puesto que as redes de pesca, la contaminación y el turismo descontrolado amenazan con alterar los delicados contextos arqueológicos. Expertos coinciden en que se requiere un marco legal y educativo sólido a fin de poder garantizar la conservación de este legado.

Samabaj, oculta durante más de dos mil años bajo el azul profundo del Atitlán, emerge hoy cdel pasado frente al olvido. A medio camino entre mito y ciencia, esta ciudad sumergida demuestra que, a veces, las verdaderas "Atlántidas" no pertenecen al reino de la fantasía, sino a la Historia.