Un algoritmo revela nuevos secretos sobre el origen del judaísmo y el cristianismo en los Manuscritos del Mar Muerto
La IA Enoch cambia todo lo que sabíamos sobre los rollos del Qumrán
Durante más de siete décadas, los Manuscritos del Mar Muerto han sido una de las fuentes más valiosas a fin de poder entender los orígenes del judaísmo y el cristianismo.
Fueron descubiertos entre los años 1947 y 1956 en las cuevas de Qumrán, cerca del mar homónimo, estos fragmentos de pergamino y papiro han fascinado a arqueólogos, teólogos e historiadores.
No obstante su datación exacta ha sido un desafío constante. Hoy, esa incertidumbre comienza a disiparse gracias a un avance tecnológico sin precedentes como es la unión entre la inteligencia artificial y la datación por carbono-14.
El proyecto, liderado por el Instituto Qumrán de la Universidad de Groninga y publicado en la revista PLOS ONE, introduce un modelo que resulta revolucionario bautizado como Enoch.
Este sistema, basado en aprendizaje automático y la IA, ha logrado estimar la antigüedad de los manuscritos con una precisión inédita. Desarrollado dentro del programa europeo The Hands That Wrote the Bible, Enoch combina elementos como la paleografía digital con datos radiocarbónicos para situar cronológicamente textos que hasta ahora carecían de toda referencia temporal fiable.
Paleografía, radiocarbono y algoritmos
Hasta hace poco, los investigadores dependían de la paleografía, la disciplina que estudia la evolución que tiene la escritura. Si bien es útil para identificar estilos y periodos, esta técnica tiene una debilidad clave: su alto grado de subjetividad.
Los expertos comparaban trazos y estilos basándose en la intuición y la experiencia, sin un marco de calibración evidente.
El equipo de Groninga decidió ir más allá ya que primero aplicó un método de limpieza química avanzada a 24 manuscritos seleccionados, eliminando residuos que podían alterar las mediciones de carbono-14.
Estas dataciones sirvieron de base elemental para entrenar al modelo Enoch, que se nutrió de imágenes digitalizadas de los manuscritos. A través de BiNet, una red neuronal profunda que está especializada en analizar patrones de escritura, el sistema fue capaz de detectar detalles microscópicos: la curvatura de las letras, la presión del trazo y las variaciones en la tinta.
El resultado es un modelo que no solo distingue estilos, sino que aprende cómo evolucionan paulatinamente con el tiempo. Debido a esta capacidad, Enoch puede predecir la fecha estimada de un texto con un margen de error de apenas ±30 años, algo nunca visto en este tipo de estudios.
Su precisión resulta muy valiosa en el periodo comprendido entre el 300 a.C. y el 50 a.C., una etapa crítica para comprender la génesis de los textos bíblicos.
Los resultados han sorprendido incluso a los propios investigadores puesto que según el estudio, numerosos manuscritos considerados “herodianos” o “hasmoneos” serían en realidad hasta 150 años más antiguos.
Esta reinterpretación afecta a las fechas y obliga obligando a repensar la evolución de las ideas religiosas y políticas en la antigua Judea.
Entre los casos más destacados se encuentra el fragmento 4Q114, con unos pasajes del libro de Daniel, ahora datado entre el 230 y el 160 a.C., y el 4Q109, con partes del Eclesiastés, que Enoch sitúa en el siglo III a.C.
Este último hallazgo apoya la hipótesis moderna de que el texto fue escrito en el periodo helenístico, que fue mucho después de la época del rey Salomón.
Más allá de las fechas concretas, el verdadero logro de Enoch es haber roto con la dependencia del juicio humano. Tiene una metodología, transparente y replicable, ofrece una herramienta científica para estudiar la antigüedad de los textos sin dañarlos, ya que opera únicamente sobre imágenes digitales de alta resolución.
Los primeros ensayos, con 135 manuscritos no datados, vienen a confirmar su potencial ya que el 79% de las fechas propuestas fueron consideradas plausibles por paleógrafos expertos.
Un futuro más allá de Qumrán
El impacto de este avance va mucho más allá del árido desierto de Judea. Los creadores de Enoch aseguran que el modelo puede adaptarse a otros corpus textuales que pueden ir desde papiros egipcios hasta códices medievales, siempre que existan muestras de referencia.
De hecho, el sistema ya está disponible para que investigadores de todo el mundo lo utilicen, abriendo un abanico y una nueva era de colaboración internacional en el estudio de la escritura antigua.
Este salto tecnológico no solo redefine la Historia de los Manuscritos del Mar Muerto, sino que inaugura una nueva etapa en la que la arqueología y la inteligencia artificial trabajan de la mano.
Por primera vez, la datación de los textos fundacionales de las grandes religiones deja de ser una cuestión de meras conjeturas para convertirse en una ciencia cuantificable y verificable.