
El ventrílocuo que usaba el cadáver de un niño como muñeco

Hacía la década de los años 20 del siglo pasado, del siglo XX, comenzó a imperar un nuevo espectáculo por Estados Unidos, el de los ventrílocuos.
Pero hay una leyenda -aunque realmente es un cuento-, que no deja de ser más que eso y, que es repetida como real, quizás por tener un atractivo irresistible o quizás por que en esta vida ya a penas se sabe diferenciar que es realidad y que es ficción. Dice la misma que en los Estados Unidos tuvo su inicio, en el sur del país ,los espectáculos de ventrílocuos y destacó uno llamado McCarthy, su espectáculo no era especialmente brillante ni complejo pero tenía un personaje que maravillaba llamado Edgar, sólo lo usaba a él y era muy especial.
La historia nos relata que se trataba de un muñeco rechoncho, que simulaba a un niño de 9 o 10 años de edad, destacaban sus rasgos que casi era imposible despegar la vista de él, sus manos eran muy reales, su boca cargada de expresividad y su tamaño era mayor al de otro ventrilocuo cualquiera, este parecía un niño de verdad.
Sus ojos intimidaban y eran pocos los que soportaban mantener la mirada a aquel muñeco. McCarthy jamás dejó que nadie se acercara a Edgar.