Momento final del espectáculo inaugura de 'Cádiz Romana' que resultó desilusionante. Foto: Eulogio García
Momento final del espectáculo inaugura de 'Cádiz Romana' que resultó desilusionante. Foto: Eulogio García

Cádiz Romana anticipa la caída del 'Imperio Romano' con su desilusionante espectáculo inaugural

El cortejo de Escipión prometía en algunas fases una apertura imperial, pero el acto en San Juan de Dios fue de más a menos

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Cádiz Romana va de la historia de Gades, de la Cádiz Romana. Pero en un anacronismo que nadie pensaba ni esperaba, el espectáculo de apertura de Cádiz Romana, la segunda entrega del ciclo Orgullos@s de nuestra historia del Ayuntamiento de Cádiz, lo que ha anticipado más bien ha sido la caída del Imperio Romano, por lo desilusionante de lo ofrecido.

Y eso que parecia que iba a ser una apertura imperial viendo la recreación del elefante de Escipión o la estatua de Aejandro Magno. Por ahí iba la apuesta del Ayuntamiento, pero el espectáculo en sí tomo una cuesta abajo que nadie pudo frenar ya.

Y eso que apuntaba alto esl espectáculo con el desfile previo y todo lo que presentó La jornada arrancó con la comitiva de Escipión el Africano, acompañada de su elefante lanzando agua y unos soldados romanos, que provocaban tanta sorpresa como aplausos en su recorrido hasta San Juan de Dios.

El espectacular elefante de Escipión avanza por la Avenida Carlos III. Foto: Eulogio García

El espectacular elefante de Escipión avanza por la Avenida Carlos III. Foto: Eulogio García

La participación ciudadana fue clave: decenas de gaditanos se sumaron con sus propios trajes, en un ambiente más carnavalesco que histórico. Entre ellos, caras conocidas como el pintor Cecilio Chaves, el autor Fernando Migueles, el presidente de la Federación de Peñas Cadistas Juan Antonio García, El Papi (con el escudo del Cádiz bien visible), el corista Willy Olmedo, la exdiputada provincial Ana Mosquera, y hasta un grupo de mayores de la Residencia San Juan de Dios, que vivieron la experiencia con entusiasmo.

Los grupos de baile fueron de lo más destacado del crtejo y del espectáculo. Foto. Eulogio García.

Los grupos de baile fueron de lo más destacado del crtejo y del espectáculo. Foto. Eulogio García.

Uno de los momentos más celebrados fue la aparición de la estatua de Alejandro Magno, evocando la leyenda según la cual Julio César lloró al compararse con sus hazañas en el templo de Melkart, escena con la que acabaría el espectáculo final.

representación de la Estátua de Alejandro Magno en el cortejo. Foto: Eulogio García.

representación de la Estátua de Alejandro Magno en el cortejo. Foto: Eulogio García.

El gaditano Sergio Torrecilla, en el papel de Escipión, el africano. Foto: Eulogio García.

El gaditano Sergio Torrecilla, en el papel de Escipión, el africano. Foto: Eulogio García.

De la promesa a la desilusión

Ya en San Juan de Dios, la apertura con Kuki Sánchez encarnando a Gades hizo vibrar a los graderíos. Todo parecía apuntar alto.

Juki Sánchez y Selu Garcñia Cossío ejerciendo de Dionisía y Baco. Foto: Eulogio García.

Juki Sánchez y Selu García Cossío ejerciendo de Dionisía y Baco. Foto: Eulogio García.

Pero el espectáculo pronto fue perdiendo fuerza. El guion, con textos flojos y mal hilados, no consiguió sostener el ritmo. Los números de baile se multiplicaron sin cohesión y los fallos de sonido y visibilidad y la constante presencia de equipo técnico entre el público y la escena acabaron lastrando la representación.

La Plaza de San Juan de Dios Registró una buena asistencia de público. Foto: Eulogio García.

La Plaza de San Juan de Dios Registró una buena asistencia de público. Foto: Eulogio García.

Ni siquiera la entrega del público, que coreó en algún momento un espontáneo “¡pase de oro!” como si fuera un concurso televisivo, logró remontar la caída.

Selu García Cossío asumió el papel de Baco con guiños carnavalescos que arrancaron sonrisas. Susi Rosado, que ya brilló en Cádiz Fenicia, volvió a ser de lo más sólido. Y la intervención de la Coral de la Universidad de Cádiz aportó empaque musical al tramo final.

El chirigotero Selu Garcia Cossío en el escenario como Baco. Foto: Eulogio García,

El chirigotero Selu Garcia Cossío en el escenario como Baco. Foto: Eulogio García.

Hubo momentos de color que no pasaron desapercibidos: trajes más de fiesta que de época, gladiadores poco convincentes, gafas de pasta y relojes que recordaban a las leyendas urbanas de películas romanos en las que aparece un avión o un reloj en mitad de la batalla.

Particpantes como figuración o coro en el espectáculo durante el desarrollo del mismo. Foto: Eulogio Garcia.

Particpantes como figuración o coro en el espectáculo durante el desarrollo del mismo. Foto: Eulogio Garcia.

No faltaron tampoco los detalles curiosos. Algunos trajes parecían más de fiesta que de época, las hechuras de gladiadores resultaban poco convincentes y, entre togas y estandartes, se colaron las inevitables gafas de pasta y relojes modernos.

Y entre guiños y comentarios, más de uno apuntó que el Julio César en escena tenía un aire al alcalde Bruno García, el “emperador de Cádiz”.

Hubo comentarios del parecido del actor que encarnaba a Juliio César con el alcalde de Cádiz, Bruno García. Foto: Eulogio García.

Hubo comentarios del parecido del actor que encarnaba a Juliio César con el alcalde de Cádiz, Bruno García. Foto: Eulogio García.

El final buscó la épica: la escena de Julio César llorando ante Alejandro Magno y un despliegue de fuegos artificiales sobre el Ayuntamiento.

Fin del espectáculo con fuegos artificales sobre el Ayuntamiento de Cádiz. Foto: Eulogio Garcia.

Fin del espectáculo con fuegos artificales sobre el Ayuntamiento de Cádiz. Foto: Eulogio Garcia.

Un broche brillante en lo visual, pero que no logró disipar la sensación de que el espectáculo había ido claramente de más a menos.

Pasarse de frenada

Si Cádiz Fenicia pecó de ser demasiada externa y poco gaditano, Cádiz Romana parece haber caído en el extremo contrario: tanto guiño local y carnavalesco terminó desdibujando la coherencia histórica y escénica.

El resultado fue un arranque que parecia iba a ser imperial que se fue desinflando hasta quedar en un espectáculo venido a menos y desilusionante. Cádiz Romana empezó fuerte, hasta que llegó a San Juan de Dios, donde su estreno acabó anticipando lo que pasaría siglo después en la época que representa: la caída de un imperio.