Dos dragones azules, de diferentes tamaño y vistosos colores.
Dos dragones azules de apenas unos milímetros.

Dragones azules en La Línea: por qué su contacto puede ser muy doloroso

La aparición de estos pequeños moluscos obliga a cerrar la playa de Santa Bárbara en La Línea, en Cádiz

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La sorpresa se ha convertido en una preocupación en la costa gaditana cuando bañistas que disfrutaban del día y socorristas detectaron la presencia de seis dragones azules en la playa de Santa Bárbara, en La Línea de la Concepción.

El hallazgo obligó al cierre inmediato de la zona al baño, con el izado de la bandera roja hasta nuevo aviso. Días antes, estos llamativos y vistosos animales ya habían aparecido en la playa de Torreguadiaro, en San Roque, confirmando que las costas andaluzas están comenzando a recibir visitas que son poco habituales.

Los dragones azules, también conocidos como Glaucus atlanticus, son una especie de babosa marina de apenas una longitud de tres centímetros. Su aspecto es inconfundible pues un cuerpo de tonos metálicos y azules intensos que los convierte en uno de los invertebrados más fascinantes del océano.

Sin embargo, tras su apariencia casi mágica, tiene un peligro que ha puesto en alerta a las autoridades locales.

Qué son los dragones azules y por qué son peligrosos

A pesar de su pequeño tamaño, el dragón azul es capaz de acumular las toxinas de las medusas y, sobre todo, de la carabela portuguesa, de la que se alimenta. Este mecanismo convierte a la babosa en un animal muy venenoso para los humanos pues su contacto puede producir picaduras intensamente dolorosas, ampollas, vómitos y reacciones alérgicas graves en personas sensibles.

Estos invertebrados flotan boca abajo en la superficie marina, dejándose arrastrar por el viento y las corrientes. Por lo general habitan en aguas templadas y tropicales, pero ocasionalmente alcanzan la costa, sobre todo en días de fuerte oleaje.

Su intenso color azul cumple una función de camuflaje ya que los hace casi invisibles desde el cielo, mientras que su parte gris plateada es el camuflaje desde abajo, frente a sus depredadores marinos.

Aunque no atacan a propósito, el contacto accidental con la piel humana activa su defensa natura y es el motivo por el que los expertos recomiendan no tocarlos bajo ningún concepto, incluso si parecen muertos o inertes en la arena.

Qué hacer en caso de picadura

Las consecuencias de una picadura de dragón azul pueden ser similares o hasta más severas que las de una medusa. Los síntomas más comunes son de dolor intenso, quemazón, enrojecimiento, náuseas y vómitos.

En casos aislados, pueden aparecer reacciones alérgicas consideradas de serias, sobre todo en  los más pequeños, en los niños, personas con problemas respiratorios o con alergias conocidas a otros invertebrados marinos.

Los especialistas insisten en seguir unas pautas sencillas y clara si se sufre el contacto:

No frotar ni rascar la zona afectada por la acción del dragón azul.

Lavar únicamente con agua salada, jamás con agua dulce, para evitar que la toxina se expanda.

Retirar restos o tentáculos con unas pinzas, jamás con las manos desnudas.

Aplicar compresas frías (sin contacto de forma directa con hielo).

Acudir a un centro médico si el dolor persiste o si surgen síntomas graves.

Aunque no se han documentado muertes por picaduras de dragón azul, el malestar puede ser alto y requiere atención.

La llegada de dragones azules a las playas andaluzas no es un hecho aislado ya que en estos últimos meses se han avistado ejemplares en Lanzarote, Baleares y Alicante, lo que viene a reforzar la hipótesis de que los cambios en las corrientes marinas y el calentamiento global están facilitando la presencia de estos en el Mediterráneo.

El dato más llamativo es histórico pues en Mallorca no se registraban dragones azules desde 1705, es decir, hacía más de 300 años que no se observaban en esas aguas. Su reaparición plantea dudas sobre el impacto del cambio climático en los ecosistemas marinos así como sobre la adaptación de estas especies a nuevas áreas.

La bandera roja seguirá ondeando en La Línea hasta que se confirme que no quedan ejemplares en la playa, mientras tanto, el consejo es simple pero fundamental: no tocarlos.