
El más que discreto balance de los grandes conciertos de verano en Cádiz
El alcalde, Bruno García, ha presumido de la programación de verano, pero los conciertos de gran formato en la ciudad no aprueban

El alcalde de Cádiz, Bruno García, defendía la pasada semana en una entrevista que la ciudad ha recuperado la iniciativa cultural en verano y que ahora sí se apuesta por un “ocio cultural orientado hacia Cádiz y hacia los gaditanos”. Una afirmación solemne que casi obliga a poner bajo la lupa lo ocurrido en estos meses: los conciertos de gran formato.
El cierre del ciclo del Bahia Sound o el espejo del Concert Music Fest de Chiclana dejan al aire la falta de respaldo que han tenido los conciertos de gran formato en Cádiz. Toca hacer balance, pero también hacer autocrítica.
Y lo cierto es que el balance no parece aguantar la prueba del algodón. Festivales que agonizan, oferta poco o nada enfocada al público de Cádiz, grandes batacazos, mala imagen y la sensación de que Cádiz no está hecha para tantos grandes conciertos. y menos entre semana.
Porque más allá de los discursos y las fotos de presentación, la realidad es que los grandes ciclos musicales que han contado con la participación activa del Ayuntamiento —tanto en el plano económico como en el institucional— han dejado un sabor agridulce: dos noches de éxito rotundo con artistas nacionales (en lo que era una apuesta segura) y una sucesión de discretos y fracasos cuando se trataba de apuestas de mayor envergadura.
Cádiz Music Stadium: del llenazo a lo vergonzante
El estreno del Cádiz Music Stadium en el estadio Nuevo Mirandilla arrancó con fuerza: el roteño Antoñito Molina vivió el concierto más importante de su carrera con un llenazo absoluto, y una semana después el onubense Manuel Carrasco reventó el estadio con el mayor espectáculo del verano en la ciudad. Dos éxitos indiscutibles.
El resto del ciclo, sin embargo, quedó marcado por dos imágenes demoledoras: el concierto de Jennifer López, con apenas 8.000 asistentes en un recinto de fútbol y entradas imposibles para la ciudadanía gaditana media y una fecha nada atractiva en un jueves de julio, y el cierre con Il Divo, que no llegó ni al millar de personas. Dos noches que pasaron de la “Champions” que señaló Bruno García quera el ciclo a un retrato vergonzoso de gradas vacías y la búsqueda de cómo tapar los huecos.
Música del Mar: números oficiales frente a la realidad
El ciclo Música del Mar presume de 50.000 asistentes y 2,5 millones de impacto económico, pero puestos en contexto, la cifra se desinfla. El programa incluyó 10 noches de conciertos, lo que supone una media de apenas 5.000 espectadores por cita. Eso, teniendo en cuenta que la entrada en el concierto de Marc Anthony fue muy superior, deja al resto en mal lugar.
Además, dicho de otra forma: en dos meses de programación completa, el ciclo reunió poco más del doble de público que llenó Manuel Carrasco en una sola noche en el Mirandilla.
El ciclo ha perdido parte de la esencia que lo hizo crecer en sus primeras ediciones. La inclusión de espectáculos como el de Sara Baras, más propio de un teatro que de un ciclo veraniego, o las discretas noches de Raule, Maka o Los Caños, muestran una programación errática.
Solo el concierto de Marc Anthony, con una buena entrada y ambiente, y el cierre gratuito con Seguridad Social y OBK lograron destacar. Y precisamente esas excepciones dejan aún más en evidencia la falta de tirón del resto de noches, que se quedaron muy lejos de esas imágenes de éxito.
NoSinMúsica: un festival que se desangra
El festival NoSinMúsica, que cumplía diez ediciones, firmó una de las ediciones más floja en asistencia de su historia. El cartel, con artistas de nivel como Zahara, Rozalén o Crystal Fighters, no logró atraer al público de años anteriores, y el muelle ofreció una de sus imágenes más discretas. Musicalmente la jornada respondió, pero la realidad de taquilla confirmó un desgaste que no se puede obviar.
Parece que se trata de un formato que no funciona, pero da que pensar que el festival en sí y su filosofia parecen agotados y se desengra. Tendrán que cambiar el paso y la apuesta los promotores en próximas ediciones para tratar de mantenerlo rentable sin ayudas públicas.
Luces puntuales, demasiadas sombras
En conjunto, el verano musical de Cádiz ha mostrado un panorama lleno de contrastes: dos éxitos nacionales incontestables frente a una sucesión de discretos, fracasos y decisiones cuestionables de programación. El papel del Ayuntamiento ha sido determinante, presente en cada foto y apoyando económicamente los ciclos, pero el resultado real está lejos de la épica que se vende.
La afirmación del alcalde de que Cádiz ha recuperado la iniciativa cultural en verano se desinfla cuando se miran de frente los conciertos de gran formato. Ahí están las gradas vacías de Jennifer López y Il Divo, o las cifras maquilladas de Música del Mar, como advertencias claras de que Cádiz necesita más realismo en la programación y menos aspiraciones megalómanas.