Una quincena de garrafas junto al lienzo de la muralla en la batería de San Felipe. El petaqueo es cada vez más habitual cerca de la capital demuestran la importante actividad de petaqueo en esta zona de la costa gaditana.
Una quincena de garrafas junto al lienzo de la muralla en la batería de San Felipe. El petaqueo es cada vez más habitual cerca de la capital.

El petaqueo se extiende por Cádiz capital: garrafas en la playita junto a la Punta de San Felipe

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Esta semana, el jueves, el alcalde de Cádiz, Bruno García, procedía al acto de desvelación del nombre de la plazoletita junto al Naútico (la inauguración del nombre de la plaza). Plaza Ateneo de Cádiz. "El Ateneo mira al mar", se ha llegado a decir con buen criterio. Pero en esa mirada, nadie miró al mar hacia la derecha. Hubiera visto numerosos restos de lo que se denomina petaqueo.

Y es que a pocos metros de allí, en la playita que se ha formado junto a la Punta de San Felipe, la imagen de garrafas blancas de plástico sobre la arena, junto al lienzo de la Batería de San Felipe es cada vez más habitual. El petaqueo se extiende por diferentes zonas de la capital.

Estas garrafas suelen formar parte del material que se utiliza en el suministro ilegal de combustible a narcolanchas, práctica que se conoce como petaqueo (término que forma parte ya del lenguaje habitual en la provincia).

Estas imágenes, de este mismo viernes 24, muestran cómo estas petacas —de unos 25 litros cada una— se alojan en esa zona de la costa de la capital. Son incluso visibles desde la zona de ocio cercana y desde otros puntos del paseo de la punta de San Felipe. Pero no es el único lugar en el que aparecen en Cádiz capital.

Garrafas tiradas en la arena y la uralla de la playa junto a la Baterñía de San Felipe.

Fotografía tomada este viernes 24 desde la zona de la Punta de San Felipe de Cádiz.

En la provincia de Cádiz, esta actividad no es nueva, pero sí cada vez más visible. Tradicionalmente, las playas más afectadas se situaban en zonas rurales o poco transitadas. Desde hace meses aparecen cada vez más garrafas en la zona trasera del Castillo de San Sebastián, donde las personas que pasan por allí acostumbran a recoger las garrafas y ponerlas en lugares altos para evitar que la marea las devuelva al mar.

Sin embargo, su presencia junto a la Punta de San Felipe, a escasos metros de espacios de ocio y con una vista privilegiada de la Alameda y de la muralla, evidencia la expansión del fenómeno y la falta de control sobre una práctica que sigue sin estar tipificada como delito en el Código Penal. No es algo nuevo, pero sí cada vez más habitual.

El petaqueo es la logística silenciosa del narcotráfico. Consiste en almacenar, transportar y suministrar grandes cantidades de gasolina a las embarcaciones de alta velocidad que cruzan el Estrecho cargadas de hachís. Cada narcolancha puede necesitar entre 1.000 y 3.000 litros de combustible por travesía.

Los petaqueros trasladan las garrafas en vehículos o pequeñas embarcaciones hasta puntos costeros discretos, donde las transfieren mar adentro.

Riesgo ambiental y vacío legal

El abandono de estas garrafas tiene un doble impacto. Por un lado, supone un peligro medioambiental: muchas contienen restos de gasolina y acaban filtrando hidrocarburos al suelo y al mar. Por otro, implica un riesgo de seguridad pública, ya que el almacenamiento y transporte clandestino de miles de litros de combustible se realiza, en muchos casos, en zonas residenciales o naves sin medidas de protección.

La Fiscalía Antidroga de Cádiz y las fuerzas de seguridad llevan años reclamando una reforma legal que tipifique el petaqueo como delito específico, y no solo como una infracción administrativa. Argumentan que esta laguna judicial otorga impunidad a quienes participan en la cadena logística del narcotráfico, dificultando la labor de jueces y fiscales.