
El secreto arqueológico que convirtió a Chiclana en trimilenaria
Este hallazgo posicionó los orígenes de la ciudad 2.000 años antes de lo que se creía

Un mes de septiembre del año 2006 Chiclana descubrió que su Historia iba más allá de lo establecido. Durante unos trabajos rutinarios de control arqueológico en un solar del casco histórico, justo detrás de la Iglesia de San Juan Bautista, se produjo un descubrimiento inesperado.
Aquel hallazgo transformó por completo la visión que se tenía sobre los orígenes de la ciudad y lo que era una simple inspección para delimitar el antiguo cementerio se convirtió en una excavación de enorme envergadura, dirigida por la arqueóloga Paloma Bueno.
Aquella excavación terminó revelando vestigios de diferentes épocas y culturas. Las investigaciones demostraron que la primera ocupación humana en Chiclana se remonta al Bronce Final y al Hierro I, en torno al 1200-800 a.C..
Este hallazgo posicionó los orígenes de la ciudad 2.000 años antes de lo que se creía, otorgándole la condición de trimilenaria.
Con la llegada de los fenicios hacia el siglo VIII a.C., el lugar adquirió una mayor relevancia. Los navegantes procedentes del Mediterráneo recalaron en este enclave estratégico, que se encontraba protegido por un río y cercano a Gadir (Cádiz), donde levantaron una muralla defensiva y asentaron una ciudad avanzada para la época.
Este espacio habría servido como zona de esparcimiento relacionada al santuario de Melkart, divinidad protectora de navegantes y comerciantes.
A lo largo del siglo VI a.C., la población se expandió más allá de la muralla llegándose a documentar hornos para hacer pan, molinos de grano, fogones y canalizaciones, lo que da cuenta de un asentamiento con rasgos eminentemente urbanos.
Vestigios fenicios, púnicos y romanos en Chiclana
Uno de los hallazgos más llamativos corresponde a un edificio monumental de época púnica, posiblemente se trate de un palacio o santuario, que sufrió varias reformas hasta su abandono en el siglo III a.C.
Igualmente se identificaron instalaciones relacionadas con la pesca y la producción de salazones, lo que confirma la importancia económica de los recursos marinos en la zona.
La etapa romana no supuso una ruptura y más bien fue una continuidad. El enclave mantuvo su vinculación con la pesca y se diversificó con la instalación de alfarerías dedicadas a la "industria" de la cerámica.
A ello se sumó la construcción de una calzada pavimentada con lajas de piedra, consolidando la trama urbana heredada de épocas anteriores.
En el siglo XII, durante la ocupación almohade, se instalaron en el Cerro del Castillo estructuras que eran propias de una alquería rural, como silos destinados a almacenar grano y muros de tapial.
Con la Reconquista cristiana, la historia escrita complementó a los restos arqueológicos. En el año 1303, el rey Fernando IV entregó estas tierras a Alonso Pérez de Guzmán “El Bueno”, quien ordenó levantar el Castillo del Lirio sobre restos islámicos previos.
Ya en el siglo XX, este mismo espacio albergó las Bodegas El Castillo (que fueron fundadas en 1919), reflejo del auge vitivinícola de Chiclana. Con posterioridad, algunas de estas instalaciones se adaptaron a otros usos, como garajes y un colegio público.
La magnitud de los descubrimientos hizo evidente la necesidad de conservar y difundir este patrimonio siendo el año 2009 cuando el Ayuntamiento de Chiclana adquirió el solar y comenzó a destinar partidas presupuestarias para su puesta en valor.
En noviembre de 2023 se inauguró el Espacio Arqueológico Nueva Gadeira, que es un interesante proyecto financiado con fondos europeos que permite conocer esta herencia a través de un centro de interpretación y un entorno musealizado.
El área incluye la antigua muralla orientalizante y una torre-mirador inspirada en la construida en el mismo punto por Guzmán el Bueno.
Hoy, tras casi dos décadas de investigaciones, el yacimiento del Cerro del Castillo no solo es un punto clave en la historia de Chiclana, es también una parte de la red de enclaves que evidencian la colonización fenicia en el Mediterráneo y el Atlántico. Es un referente patrimonial y en una pieza básica para comprender la evolución histórica de la Bahía de Cádiz.
El hallazgo del 4 de septiembre de 2006 -aunque extendido a todo el mes por el avance de los mismos-, fue fruto del azar pero también de la perseverancia científica, ha permitido redibujar los orígenes de la ciudad, ofreciendo una visión más amplia y profunda de su pasado milenario.