
La Asociación de Memoria Histórica recuerda que Puente Carranza incumple la ley y celebra el cambio de nombre
La entidad defiende que José León de Carranza vulnera la legislación de memoria histórica, mientras otras voces, como Enrique García-Agulló, cuestionan la decisión

El debate sobre el nombre del Puente José León de Carranza se intensifica tras el anuncio de Sumar sobre que hay consenso con el Gobierno para que pase a denominarse Puente Rafael Alberti.
A la espera de que el Ministerio de Transportes formalice el cambio de nombre por el de Puente Rafael Alberti, tal como promueve Sumar con el respaldo de casi 4.000 firmas ciudadanas, las reacciones no se han hecho esperar. Y han llegado en sentidos opuestos.
La Asociación para la Recuperación y Divulgación de la Memoria Histórica de Cádiz ha celebrado el respaldo institucional al cambio de nombre del Puente José León de Carranza, al tiempo que ha recordado que mantener su actual denominación “vulnera claramente” tanto la Ley de Memoria Democrática como la legislación autonómica andaluza. En una nota enviada al Ministerio de Transportes el pasado 1 de agosto, la entidad subraya que Carranza fue “una figura clave del aparato político del franquismo en Cádiz” y que su exaltación en el espacio público “constituye una anomalía democrática que debe ser subsanada”.
En el comunicado, la asociación detalla que José León de Carranza no solo fue alcalde designado directamente por el régimen entre 1948 y 1969, sino que antes participó en la conspiración militar de 1932, militó activamente en Renovación Española —formación que “defendía la supresión del parlamentarismo y financiaba a la Falange”— y que colaboró con HISMA, una empresa hispano-alemana implicada en el abastecimiento logístico a las fuerzas sublevadas desde el Marruecos español. “Estamos ante un personaje que encarna los valores más oscuros del franquismo”, afirman, “y no puede seguir dando nombre a una infraestructura clave de Cádiz”.
La asociación también recuerda que Carranza fue procurador en las Cortes franquistas y que recibió la Gran Cruz del Yugo y las Flechas, “la máxima condecoración del régimen dictatorial”, así como la Medalla al Mérito en el Trabajo en 1958, retirada oficialmente por el Gobierno en 2023. “Su figura ha sido reconocida y distinguida durante décadas en el marco de una dictadura, y mantener su nombre es incompatible con los principios democráticos de nuestra legislación vigente”.
Por todo ello, la entidad defiende que el cambio de nombre “no es solo un gesto político o cultural, sino una obligación legal” y celebra que el Ministerio de Transportes, a petición de Sumar, “haya asumido su responsabilidad para reparar esta deuda con la memoria democrática”. La solicitud formal de retirada fue remitida por la asociación el pasado 17 de abril y, según afirman, “es hora de cerrar esta etapa de impunidad simbólica”.
“El puente siempre será el puente, o el Carranza”
Sin embargo, desde otros sectores de la sociedad gaditana también se alzan voces en sentido contrario. Es el caso de Enrique García-Agulló, director de la Real Academia Hispanoamericana, exconcejal del Ayuntamiento de Cádiz y expresidente de la Comisión de Nomenclátor municipal. En declaraciones a Diario de Cádiz, García-Agulló —quien también es hijo del concejal encargado de gestionar la obra del puente en tiempos de Carranza— considera que la iniciativa para cambiar el nombre del puente "es el enésimo intento de castrar la historia de Cádiz".
A título personal, y sin comprometer a la institución que dirige, García-Agulló opina que no se deben cambiar los nombres de personajes históricos como Carranza, y asegura que, para buena parte de la población, “el puente siempre será el puente, o el Carranza”. A su juicio, Rafael Alberti no representa a Cádiz de manera suficiente como para nombrar una infraestructura tan emblemática, aunque reconoce su relevancia cultural a nivel nacional. “A mí, desde luego, no me dice nada Alberti. Si fuera portuense, quizás”, declara.
Frente al nombre del poeta del exilio, propone otras alternativas que, según él, tendrían más sentido histórico o técnico: Cristóbal Colón, que zarpó dos veces desde Cádiz, o incluso Buque Escuela Juan Sebastián de Elcano, por la estampa que ofrece cada año cruzando bajo el puente. También sugiere reconocer a los ingenieros Durán, padre e hijo, que diseñaron la estructura.
Para García-Agulló, este tipo de decisiones deberían tomarse solo con consenso, y recuerda que cuando él presidía la comisión de nomenclátor en el Ayuntamiento, “cambié bien poco”, y siempre con acuerdo entre las partes afectadas. Según lamenta, este tipo de propuestas acaban generando división social innecesaria: “No se trata de borrar la historia”.
Una polémica que crece con el avance político
El debate ha cobrado especial fuerza tras la confirmación de Sumar Cádiz de que cuenta ya con el respaldo del Ministerio de Transportes para llevar a cabo el cambio de nombre. La propuesta de que el puente pase a denominarse Rafael Alberti no solo ha sido respaldada con miles de firmas, sino también con mociones en varios ayuntamientos de la bahía, una proposición no de ley registrada en el Congreso, y el apoyo de la Subdelegación del Gobierno en Cádiz.
Mientras tanto, la oposición del Ayuntamiento de Cádiz, que no ha respaldado la propuesta, sigue siendo uno de los principales escollos políticos para completar el cambio con consenso institucional.
Así, el puente que une la ciudad con la Bahía sigue en el centro del debate público: entre quienes ven en el cambio una deuda con la democracia, y quienes lo interpretan como un intento de reescribir la historia.