Hombre sin hogar sentado en un banco con sus pertenencias en los Jardines de Carlos III; detrás se levantan las gradas y el césped artificial de la SailGP en Cádiz.
Sebastián Pérez, con todas sus pertenencias en un banco de los Jardines de Carlos III, mientras al fondo avanza el montaje de las gradas y el césped artificial para la Sail GP. Foto: José Luis Porquicho Prada.

La Cara B de la Sail GP: el Ayuntamiento obliga a personas sin hogar a dejar Santa Bárbara

Mientras Bruno García se mostraba satisfecho con el balance de Cádiz Romana,  recibían el ultimátum de abandonar la zona

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Cádiz se engalana para la SailGP con graderíos de pago en el Paseo de Santa Bárbara, césped artificial, zonas VIP y una programación paralela que viste la ciudad de fiesta. Se adecentan aceras, se plantan flores en el Parque Genovés, se riegan los jardines y se pule cada detalle del entorno urbano.

Pero parece que en esa puesta a punto estética, en ese adecentamiento y limpieza, el Ayuntamiento ha incluido a las personas sin hogar que pernoctarn en la zona en la que se seguirá el evento. Parece que no quiere que nada ni nadie pueda empañar la imagen de postal del Cádiz de la Sail GP.

Mientras el alcalde Bruno García sacaba pecho en su balance de Cádiz Romana, sonriente y satisfecho, cuatro personas sin hogar pensaban dónde pasar las próximas noches tras recibir una nueva visita de la Policía Local. Les habían comunicado que ya no podían dormir en los bancos de los Jardines de Carlos III, el lugar que desde hace meses había sido su refugio.

Y no son las únicas. La Policía Local ha comunicado a quienes duermen en los bancos de los Jardines de Carlos III que ya no podrán permanecer allí. Hoy, señalan, les han dado un ultimátum: desde mañana jueves no podrán estar allí y deberán buscar otro lugar donde pernoctar.

Durante las últimas fechas, agentes habían visitado en varias ocasiones a estas personas, y este miércoles les trasladaron la orden definitiva: no podrán seguir en los jardines. No se trata de un desalojo legal en sentido estricto, pues la normativa prohíbe acampar pero no dormir al raso. Sin embargo, las indicaciones fueron claras: deben marcharse.

Uno de ellos es Sebastián Pérez Jordán, gaditano de nacimiento que lleva nueve meses durmiendo en esos jardines junto a su pareja. Con un 60 por ciento de discapacidad tras perder un ojo, Sebastián espera una vivienda a través de Procasa y asegura que incluso recibió una llamada de la Junta de Andalucía hace meses, pero no ha vuelto a tener noticias. “Mientras, cada noche tenemos que buscar dónde dormir”, explica resignado.

A su lado, otro hombre, nacido en el barrio de la Viña, que prefiere reservar su identidad, describe con crudeza la vida en la calle: “al final, es una ruina”. Ambos, junto a sus compañeros, aseguran que cada mañana limpian la zona, recogen sus pertenencias para no incumplir la ley y nunca han montado una acampada estable; si se quedan en la zona es hablando y "como mucho un cigarro y alguna cervecita, pero nada de beber mucho". Ahora, se ven obligados a abandonar un espacio en el que se sentían relativamente seguros.

Según relatan, les dijeron a los policías que iban a trasladarse a la Caleta, pero allí este sábado habrá un concierto; tampoco al Mentidero, ocupado por las actividades paralelas. En definitiva, no encuentran un lugar donde poder dormir sin ser desplazados, aunque tienen una idea de irse a unos bancos de la zona "siempre intentando no molestar a nadie".

Montaje de gradas con césped artificial en el Paseo de Santa Bárbara.

Montaje de gradas con césped artificial en el Paseo de Santa Bárbara. Foto: José Luis Porquicho Prada.

La cara B del evento

El contraste resulta doloroso. Mientras la ciudad presume de graderíos de 80 euros, lounges y césped artificial en la zona de pago, quienes no tienen techo son empujados fuera de la vista. La limpieza de calles, el adecentamiento de aceras y la plantación de flores en el Parque Genovés coinciden con la “limpieza” de personas invisibles para la mayoría.

La celebración de Cádiz Romana la semana pasada añade otra capa al relato: mientras se exhibe la historia como orgullo ciudadano y se prepara la imagen internacional para miles de visitantes, las historias de Sebastián y de sus compañeros parecen no tener cabida en la postal de ciudad perfecta.

Como ya ocurrió con las críticas por la “privatización” del Paseo de Santa Bárbara con gradas de pago, esta situación revela la cara B de la SailGP en Cádiz: una ciudad que se proyecta al mundo como modelo deportivo y turístico, pero que aparta a quienes no encajan en la foto.

“Aquí nadie quiere molestar, solo buscamos un sitio donde dormir”, insiste Sebastián. Sus palabras resuenan como un recordatorio incómodo: tras la brillante fachada del evento internacional, hay personas que tienen que vivir en la calle sin un techo que se ven desplazadas para que nada empañe la imagen oficial.