
La crónica de Vera Luque del Cádiz CF-Albacete Balompié (2-1): Y entonces salió al campo él...
El autor repasa el agónico y eufórico triunfo cadista y el perfil de Tabatadze, tan cercano a los gustos del cadismo

El cadismo siempre demostró cierta filia por los antihéroes. Esos jugadores alejados de los cánones estéticos, más cerca de la cotidianeidad de tu vecino del quinto que de ser inquilino de un casoplón ajardinado y conducir un Jaguar, como parecen delatar esos futbolistas de nuevo cuño que a la más mínima se tintan el pelo de amarillo y andan vestidos como estrellas del reggeaton.
Aquí siempre bancamos a otros: de Carmelo a Dertycia pasando por Varvodic, de Mágico a Miroslavjevic. Incluso el propio Álvaro Cervera cumplía ciertos requisitos del antiheroísmo gadita, un entrenador que acogió alegremente el mote de El Gafa, como un aldeano más de nuestro surrealista rincón. Pues alégrense cadistas, que un nuevo antihéroe ha llegado a la ciudad.
Llevábamos años sin uno así, quizás Güiza fuera el último. Pero personajes como Tabatadze nos reconforta el alma amarilla, y nos afianza el sentimiento de ser de un club distinto a los demás. Menos mal. A tanta gestión de ideas disparatadas alejadas del cadismo más puro, le hacía falta una compensación en forma de georgiano de camiseta por dentro y calcetines cuasi tobilleros.
Ayer tarde, la alegría volvió a la grada y se produjo una comunión que no llegaba desde que Escalante y Ledesma se colaron en Enrique para comprar un tambor. Tabatadze ha sacado un 10 en su primer examen opositando a ídolo.
Salió vestido al campo como un espontáneo, y marcó el gol de la victoria definiendo más que correctamente y gracias a su actitud desde la salida que consistió en correr detrás de la pelota fuera donde fuera ésta, y claro, se la encontró en un piciazo de la defensa manchega. Todavía no sabemos si es bueno, o no. Pero sí sabemos que de partirse el careto va sobrado, y que los meques que se daba en el escudo piden que lo nacionalicemos gaditano ya, darle una túnica pal Nazareno, y meterlo en un coro normalito aunque sea de bajo. Georgia es Cadi con más eslavitos, Cadi es Georgia con más salero.

Momento de la definición de Tabatadze en el 2-1 del Cádiz CF ante el Albacete. Foto: Cádiz CF.
La conexión afición-equipo vino también provocada por la patente mejoría que está experimentando Ocampo. Si en el vestuario entre camilla de masaje y camilla de masaje, Garitano ha hecho instalar un diván, bienvenido sea. Tiene pinta de que el entrenador vasco está haciendo un currelo importante a nivel mental para que el uruguayo vaya saliendo de la empanaera. Puede ser una de los grandes noticiones a estas alturas de temporada, porque como el charrúa pocos hay en la categoría marcando diferencias… cuando quiere. O cuando se convence que quiere serlo, que es lo mismo pero no es igual.
Por H o por B, ya uno mira el once inicial y no ve a ese equipo errante, con las mismas caras de derrota, con la misma retahíla de futbolistas alineados uno detrás del otro que no paraban de coleccionar disgustos. Permanece alguno, que no son ni más ni menos que la herencia de aquellos años, aunque también guarden en la cartera la gloria del ascenso, caso de Alex e Iza, por si en algún momento hubiera que recurrir a las voces de la experiencia.
El plan Renove al menos ha servido para reconectar afición y jugadores, para ver las cosas con otra perspectiva. Y lo mejor, que el margen de mejora es amplio. Si con el Mirandés pedimos la hora, ayer el equipo hizo un segundo tiempo un tanto matraca y se encontró el segundo gol por un fallo defensivo del rival, como reválida al no-gol de Leganés originado de la misma manera.
No fueron 90 minutos para estar especialmente orgullosos del juego del equipo. Se siguen observando carencias, y necesitamos algo más de resistencia física por parte de los que sacan la chistera. Aún así, ahí andamos con siete puntacos y empezando a hacer del Nuevo Mirandilla un fortín. Y para colmo, nos lo pasamos to bien , aunque sea a costa de los calcetines de Tabatadze. Qué más queremos.