La crónica de Vera Luque del Cádiz CF-Cultural y Deportiva Leonesa (1-2): Sálvese quien pueda
El autor hace un repaso del cambio radical de un equipo que tras un buen arranque ahora parece en caída libre
Quizás si no se falla el penalty, o si dan ese gol que el VAR (que con la humedad reinante en Cádiz parece que a veces no furula bien) no terminó de certificar como inexistente, quizás estaríamos hablando de otro resultado...o no.
Quizás ellos hubieran colado la que se les fue al palo. Yo que sé. Especular ya es un ‘pa ná’. El devenir de los acontecimientos durante los 90 minutos parece estar sujeto a una especie de karma, o de justicia divina, dándole esta vez la victoria al equipo que hace un año militaba en Primera Federación, pero ayer parecía el Bayern de Munich en sus momentos más gloriosos.
Hemos gastado casi todas las capsulitas de buena suerte que compramos a principios de temporada en el primer cuarto de la misma. La expresión “que peasso partío ha hecho el Cadi” no se escucha en las colas de los autobuses que montan al aficionado que regresa a su hogar desde hace meses, incluso años.
Se comenzó la campaña ganando partidos jugando regular, con ese pensamiento lógico pero ingenuo: “Si jugando regular ganamos, cuando juguemos bien…”. Sin darnos cuenta que quizás el tope de buen fútbol de este equipo ya se estaba dando en esos partidos. Increíble pero cierto.
La temporada va camino de ser un espejo de la pasada, pero partiendo desde el extremo opuesto: si el año pasado partimos de la zona profunda y poco a poco nos fuimos instalando en la zona media, en ésta lo estamos haciendo a la inversa: desde la parte alta estamos cayendo a territorio de nadie, y quieran los dioses del fútbol, que la cosa quede ahí.
Porque el equipo tiene pinta de caída libre sin frenos. Cuidadín. Y por si acaso, vayamos organizando un simulacro de catástrofe, ahora que está de moda.
Garitano acusa publicamente a los futbolistas. Además, señaló a dos a bombo y platillo: Tabatadze y Diarra quedaron estigmatizados por media hora larga de mal partido, a la vista de la afición, y del resto del planeta. No planteaba el vasco un cambio de dibujo, un vuelco en la pizarra, una jugada ajedrecística. No. Simplemente quitó a dos futbolistas que estaban jugando en una zona concreta del campo, para poner a otros dos que jugarían en el mismo sitio, y que supuestamente lo iban a hacer mejor.
Y digo yo...¿Dicho movimiento no pone en evidencia más al que entrena que al que juega? ¿No se dio cuenta a lo largo de la semana que los titulares eran los reservas y viceversa? Es cierto que los aficionados no sabemos lo que ocurre durante la semana en el Rosal, y que sólo vemos 90 minutos de fútbol cada siete días, pero visto lo visto, el ambiente denota cierta carajera en el entorno: un entrenador zafándose de la culpa y poniendo en el punto de mira a la plantilla, que imagino no recibirá con agrado este tipo de mensajes.
Y a la vez, una dirección deportiva apuntalando a ese mismo entrenador poniéndole por delante la posibilidad de renovar y lo que haga falta, a pesar de ser el segundo equipo menos goleador de la categoría, sumar tres de los últimos dieciocho puntos, y lo que es peor: ver domingo tras domingo, que el equipo rival, sea un recién ascendido, sea un clásico de la división de plata, o sea el equipo de veteranos del Centro Berchmans, maneja el partido como le viene en gana, y nos menea la pelota en nuestro careto como si estuviera jugando Octavo B contra Cuarto A en la liga de Salesianos. Demencial.
A medida que se va subiendo en la estructura jerárquica-piramidal del club, el interés por las casapuertas de Wall Street crece, mientras decrece el interés por el porvenir deportivo del equipo este que se han comprado como excusa para prosperar económicamente de manera pornográfica.
Al mismo tiempo, las bases mlitantes del Cádiz C.F, o sea, tú ,yo,nosotros, así como los recogepelotas y demás hinchada incondicional,no miramos más allá de lo que pasa en el césped, y nos la trae al pairo el Nasdaq y el bombardeo al respecto con el que nos castiga cada dos por tres los canales informativos del club.
Por medio, jugadores que en el campo se desfondan con el entusiasmo propio del funcionario que pica a las ocho o`clock día a día, y cuya fogosidad dura el primer cuarto de hora de cada tiempo como una declaración de intenciones que luego queda en nada.
Y para rematar, un técnico parapetado cómodamente en una dirección deportiva, al que le han puesto unos objetivos claros, entre los cuales no aparece la palabra ascenso por ningún sitio, a pesar de que el equipo que entrena se acaba de llevar cuatro años en la máxima categoría con lo que ello implica a niveles de parné y de ambición deportiva.
Llegue usted a los 50 puntos, y a la fuente a festejar. No está la cosa pa un simulacro. Está pa que llegue el tsunami directamente. Ajú hío.