El jugador del Cádiz CF Suso busca un compañero ante el Real Valladolid. Foto: Cádiz CF.
El jugador del Cádiz CF Suso busca un compañero ante el Real Valladolid. Foto: Cádiz CF.

La crónica de Vera Luque del Cádiz CF-Real Valladolid (0-0): Sin goles no hay paraíso

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Todo parece empeorar por momentos. Desde que un día, casi inesperadamente, nos pusimos líderes, las vibras van a peor. No marcamos (ni nos marcan, vale), no ganamos en casa, ya Tabatadze no nos parece la reencarnación caucásica de Mágico González, ni siquiera Efe se va alegremente de sus rivales, los horarios de los partidos nos resultan incómodos siempre, el ascenso directo nos parece imposible.

Y hasta los cánticos de los brigadas a mil decibelios nos taladran los parietales como si fuera la banda sonora de una tortura semanal que dura 90 minutos, y que consiste en ver a dos equipos jugando como dos púgiles a los que no les apetece bajar la guardia, porque no contemplan una nariz rota en sus quehaceres de boxeadores.

Y así pasan los minutos, doscientos setenta y pico seguidos, con escasísimos “¡Uy!” desde el graderío, mucho consumo de pipas y sucedáneos, y la pasión en mínimos históricos. Fútbol control, amarrategui y altamente atractivo para mourinhitos de banquillo, frikis de las pizarras magnéticas. Pero para el abonado ávido de sangre y ansiosos de lunes con afonía, un castigo continuo. Y fíjense si empeoran las cosas, que por empeorar, empeoran hasta los árbitros.

El muchacho del domingo en sesión golfa, de momento el peor con diferencia a día de hoy, por más que valedores y analistas varios le pongan un siete, que traducido resulta un notable de mi época. Tesquiyá. El fuera de juego de marras no se lo cree ni el que lo inventó. El día que se pite uno igual en la Capital del Reino , tenemos monográficos del asunto 24/7.

Lo mismo por ahí se hubiera animado la cosa, y el Sunday Night Show hubiera tenido más salseo. O no, que con el Burgos comenzamos ganando. ¿Virgencita déjame como estoy? Quizás, oye.

Incluso los abucheos a Alejo se iban apagando poco a poco a medida que el público caía en el sopor. Al principio la orquesta de viento parecía eficaz, imagino que poniendo pitoso a un futbolista que no precisamente huya del mal rollito y la provocación churretosa, propia del aspirante a chulito de la clase, rompecorazones y virguero con la pelotita, pero con menos calle que una película de Tarzán.

Si el vacileo, en su acepción gaditana, fuera un deporte, Alejo andaría por categorías regionales. La delgada línea de canchero a papanatas la cruzó hace tiempo para el lado que ya tú te imaginas. De ahí que un servidor anduviera desconfiado con el de Pucela. El abucheo era gasolina para su body, y me estaba temiendo durante la semana, que Alejo iba a hacer el partido de su vida, y poco más o menos que se iba a marcar un Maradona contra los ingleses, con doblete incluido.

Nada más lejos (o cerca) de la realidad: sus subiditas por la banda, un par de centritos que no estuvieron malotes, y su batacazo liándose con la pelota en los pies al querer marcarse una frivolité marca de la casa. Alejo fue Alejo. Menos mal. Eso sí, se fue sin tarjeta. Va progresando.

La racha de los primeros partidos que nos llevó hasta la cabeza de la clasificación, vino acompañada de un ambiente institucional propenso a la tranquilidad con la afición, y aconsejable para que el centro de atención del club fuera la pelotita y ya está.

Cuando la flechita ha empezado a no estar apuntado tan para arriba, aparece por arte de birlibirloque el Nasdaq y la madre que lo parió, la escenita en Nueva York como caniches de Wall Street, y este tipo de movidas que empiezan de nuevo a descolocar al que se sienta en la grada, las cuales reinician un nuevo proceso de escardamiento.

Ahora que parecía que estaba la cosa más tranquilita, como decía aquel cuplé. Se han desbordado los yuppies de la Bahía, y no sólo se pegan un ida y vuelta a la Nueva Babilonia, sino que empiezan a rular con cierta fuerza las maquetas virtuales de lo que será el tinglado del Puerto de Santa María, con su estadio incorporado, y con su alcalde tomando posiciones, llamémoslas de momento, colaborativas para con el equipo de la capital, hecho que ignoro como lo tomarán por las oficinas del histórico Racing Portuense, asiduo en sus días de la Segunda B, que sobrevive como puede por la sexta categoría del futbol patrio.

A ver cómo acaba esto.